Vive y sigue viviendo

Un joven amigo, del cual no daré mayores datos, me ha enviado la siguiente misiva:

Que tal Yehuda!? Te hago una pregunta, que si en algun momento tenes ganas y podes me gustaria que me contestes.
1- De que manera un alma (de alguien fallecido) sigue en vida?
2- De que manera sigue en nuestras vidas?!”

Antes de la breve y concisa respuesta, que espero le sea de bendición para él y sus seres queridos aquí y allá, una pequeñísima introducción.

Tratemos de apegarnos a un punto de vista judío tradicional, del cual puede haber variaciones. Como sabrás, o quizás no, en cuestiones de creencias en el judaísmo no hay dogmas. Todo es permitido creer e hipotetizar, siempre y cuando no entré en conflicto con normas de conducta establecidas (halajot). Entonces, creer en otros dioses no es admisible, hay leyes que lo prohiben; pero creer que los extraterrestres nos visitan, ¿cuál es el problema? Suponer que el universo tiene 5.000 años, desde el punto de vista judío, tiene idéntico valor a estar con el relato de la ciencia y afirmar que tiene más de 14.000.0000.000 de años. (¿Quizás hasta sea más “ortodoxo” estar con el proclama de la ciencia en lugar de intentar respuestas exóticas?; pero, un gran contingente de “ortodoxos” dirán lo contrario).

Sobre los temas de la vida eterna, el espíritu, y similares tenemos referencias de sabios de antaño; con el paso de los siglos y el paseo de nuestra familia por el mundo, se han sumado otras ideas, las cuales quizás contengan chispas de verdad, o quizás sean solo fantasías. El hecho es que hay una línea tradicional fuerte, que además no choca con el racionalismo y la pureza intelectual que intenta estar libre de sarcasmos y estupefacciones (es decir, evita en lo posible toda superstición y narración dudosa). Prefiero estar alineado con ella.

Así pues, las respuestas:

1- Aquel que partió de este mundo está vivo porque en esencia no somos cuerpo, sino neshamá, es decir espíritu. Ésta es de Dios y depende solo de Él. No se afecta por el ambiente, ni por la genética, ni por nuestras decisiones, ni por nuestras acciones, ni por lo que los otros crean, digan opinen. Es, porque Dios es.
Y esa neshamá es lo que somos eternamente.
Es nuestro Yo Esencial.
Podemos decir que está de paseo en este mundo mientras vivimos. Un paseo muy importante, ciertamente.
Aquí cumple una función, que es experimentar la realidad física, para brindar de sensación el universo de teoría que posee.
Tanto los placeres como las dificultades son parte de su proceso de recolección de información sensorial, anímica, que es depositada en la memoria cósmica, para luego ser “revivida” al finalizar el pasaje por esta vida.
Al morir la persona a este mundo, la neshamá regresa a su realidad, que es el paraíso. (En verdad, nunca la abandonó; pero estando encarnada la tarea está acá, no allá).
En ese lugar fuera de tiempo/espacio tendrá lo que haya recogido en vida, más lo que el Eterno le permita recibir como bono extra, así como aquello que Él decida esfumar del recuerdo, supongo que para dotar de beneplácito la existencia eterna de la neshamá en los casos favorables.

2- Cando recordamos al ser querido que ya no está, entonces lo estamos manteniendo con vida.
Es la otra eternidad que nos ha regalado Dios.
Porque la otra es la propia, la de la existencia de la neshamá.
Así pues, la memoria es un extensor de la vida.
Pero cuando además hacemos buenas obras en su nombre, por su honor, gracias a sus enseñanzas, en su mérito, su vida se extiende más allá de pensamientos y sentimientos, pasa a materializarse y afectar positivamente a los demás (y a uno mismo).
Si das tzedaka, haces cosas amables por otros, contribuís con acciones solidarias, apoyas la difusión de sitios como éste (serjudio.com), etc. en nombre de aquel que ya no está en esta vida, realmente estás haciendo que su influencia siga actuando y aportando positivamente.
Similar si estudias Torá, pagas para que otros estudien, convidas a un kidush en su honor, haces tefilá por él, etc.
Así la eternidad se refuerza y se expande, dando vida a quienes no están con vida, fortaleciendo a los que siguen en esta vida.

Por otra parte, todos los méritos que uno siembra y recoge gracias a quien ya no está se suman a la cuenta personal que guarda la neshamá; pero también es atribuida por el Eterno a la neshamá de aquel que está en el paraíso.

¿Entendiste?
¿Dudas?

Un abrazo, todo mi cariño

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