Yo, tú, otro, uno

En tu origen eres completamente otros.
Presta atención, cuando el espermatozoide de tu padre penetra la membrana del ovocito de tu madre y ambos se combinan, en ese preciso instante sagrado de la fecundación, eres una célula microscópica, solo una célula es todo lo que eres, una célula absolutamente formada por materia de una célula de tu madre y una de tu padre.
Eso y solamente eso.
¿Te das cuenta que en tu inicio eres absolutamente otros?
Esa célula se divide, luego la división se continúa y el maravilloso de la gestación sigue su curso.
De la célula inicial se forman cientos, miles, millones, que van adquiriendo su forma y funcionalidad de acuerdo a un programa específico diseñado para la especie.
Al día 40, considera la Tradición (TB Menajot 99b), que el espíritu se integra al feto. De acuerdo a Rashi in situ, “el feto adquiere forma humana”. En este momento está consagrado el Yo Auténtico.

Al nacer el bebe entra en contacto directo con otras personas, hasta ese momento su único contacto era reducido, con su líquido amniótico y placenta; con esporádicos contactos con el afuera mediatizados a través de su madre; con sonidos, posiciones, sustancias que provenían de su madre.
Pero al nacer, todos los sentidos se ven invadidos de ajenidad. Sonidos, aromas, caricias, movimientos, formas, sabores, palabras, mandatos… el otro, lo otro, se impone por doquier. Todo es otro. Hasta el mismo es otro, ya que no tiene conciencia de ser ni tampoco de la existencia de algo que es otro. Todo es una masa multiforme, extraña, cambiante, aterrorizante a veces y placentera otras. Todo mezclado, sin formas, sin contenidos, sin sentido. Cosas que están y desaparecen, pero tampoco se sabe que es una cosa y que es la otra.

Al irse desarrollando su cerebro y al estar sumergido en un océano de experiencias, su memoria se va plasmando con información, que muy lentamente va siendo ordenada, sistematizada, adquiriendo asociaciones, desarrollando sentidos. Muy lentamente.
Sus pensamientos, que son corporales, de movimiento, de sensaciones, provienen del afuera.
Cuando adquiere la capacidad de simbolizar, de expresar ruiditos comunicantes, más tarde palabras y luego un lenguaje, también es producto del afuera que se incorpora y se va sistematizando dentro.
Tus ideas no son tuyas originalmente, son retazos que pediste prestado a otros y compusiste para que parecieran tuyas. A veces surge un rayo de inspiración, algo que modifica por completo lo anterior, pero cuando vemos detenidamente encontramos que no hay tal desaparición de lo viejo, sino que aquello permanece, de una u otra forma sosteniendo lo nuevo y en apariencia original. Solo Dios crea algo de la nada, nosotros solamente damos forma a lo que ya está creado. Vamos desarrollando, modificando, pero siempre en base a lo anterior.
Por lo general, aquello que hemos introducido de fuera es asumido como realmente propio, como sustancial para la vida, como bastión a defender incluso al riesgo de matar o morir. Pero, son solo creencias, ideas, vapor que viene de fuera y te impregna hasta parecer verdadero.
Todo viene de otro, aunque lo único auténtico en ti es el Yo Auténtico, y hasta éste es esencialmente Otro.

Nos vamos construyendo con nuestras experiencias, en nuestras relaciones con el entorno y con otras personas.
Vamos tomando prestados roles, creencias, lemas, ideas, gustos, hábitos, como si fueran producto de experiencia personal, cuando realmente es una marejada continua del afuera que se va adquiriendo. Es cierto, cada uno es individual, es uno, pero formado por otros, con otros, de otros. Hasta cierto punto, y tal como indican las fuentes esotéricas de la Tradición, todos somos uno, unificados, somos cosmos, somos uno.
Ya no solamente uno en nuestra multidimensionalidad, sino uno con el prójimo, uno con el extraño, uno con lo que fue y lo que será, unificados en esa dimensión denominada “Iejidá”, donde se comprende que todos somos extensiones con apariencia de individualidad, pero realmente un solo ente universal. Pero claro, llegar a comprender y asumir esto, no es para todos, ni se pretende que se acepte esta idea y se viva acorde a lo que exige. De hacerlo, la senda es la del AMOR, no el del romance, no el de los poemas, no el infantil, no el que se disfraza para ocultar la miseria egoísta. El AMOR en su comprensión de la unidad del ser, de la unicidad de la aparente diversidad.

Nuestro camino individual está ligado al de los que nos rodean. 
Lo queramos o no, estemos de acuerdo o no.

En nuestro origen somos otros, nos vamos construyendo como otros, en un nivel profundo somos uno con todo.

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Netanel

Hace unos días atrás carteandome con un amigo argentino que hace poco se recibió de acompañante terapéutico le consulte sobre varios puntos que quise saber su opinión al respecto, las trasncribo: 1) ¿Cuál es el camino para que la persona se conozca plenamente? ¿Existe acaso la posibilidad de conocernos cabalmente, o somos resultado de constantes cambios determinados por nuestro ambiente y alrededor? Y aunque digamos que así es, podemos afirmar que existe una constante a pesar de las variantes. 2)? cómo se llega a la plenitud del ser, del Yo auténtico sin manchas ni pintas de lo externo? Y en… Read more »

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