Resp. 3526 – Causas del antisemitismo

Shalom,
"¡Bendito el que viene en el nombre del Eterno!" (Tehilim / Salmos 118:26).
Bienvenida y gracias por enviarnos su interesante misiva.

Para penetrar en las raíces del antisemitismo y comprender en parte su existencia, deberíamos explayarnos a lo largo de numerosas páginas. Pero, seremos extremadamente breves, concisos, concretos.
Quizás por eso mismo pequemos de incompletos.
Evalúe el conocedor, y recuerde que son respuestas basadas en pautas espirituales, no necesariamente apegadas a las seudo verdades sociológicas.

Le brindaré algunas causas para que se manfiesten conductas antisemitas.

1- Maldad no específica
La persona que vive apartada de los mandamientos del Eterno no sabe como encaminar correctamente su vida en todos sus planos, y no tiene las herramientas adecuadas para hacerlo. Así pues, cuanto más viva la persona ajena a los mandamientos que Dios impone para las personas, mayores serán sus errores y maldades.
Entre las maldades habituales se encuentra la violencia hacia el prójimo, aquello de que el hombre es el lobo del hombre.
Así pues, en ocasiones la causa del antisemitismo radica en esa maldad que nace junto con la persona, y que de no ser canalizada correctamente, termina por provocar daños a sí mismo y al prójimo.
Siendo el judío miembro de una minoría, pobre, débil, aún en el exilio, con una cultura propia y que parece misteriosa, es fácilmente estigmatizado y abusado por aquellos de corazón malévolo y tonto. (Hay muchos que son antisemitas solamente porque son tontos e ignorantes, siguen detrás de consignas vomitadas por gente mala.)
Entonces, el antisemitismo de esta clase no se distingue de cualquier otro acto de maldad y/o estupidez humana, individual, colectiva o masiva.

2- Envidia
A lo largo de las generaciones aparecen rasgos bastante constantes en los miembros de la familia judía: 
el apego por los valores tradicionales;
la pasión por la justicia y la misericordia;
el amor por el estudio;
el deseo por penetrar en la profunidad de los asuntos sin quedarse con lo superficial;
la bendición de Dios que los hace prosperar aunque pareciera que tienen todo en contra;
la capacidad para sobrevivir y evolucionar más allá de lo normal;
la posesión de la Torá, que es la Palabra de Dios revelada y entregada como heredad a Israel.

Estos rasgos, y otros más que también son positivos, despiertan la envidia, el desconcierto, la ira, el mal ojo y el mal corazón.
Muchos ven con malos ojos que el judío progrese, a pesar de que se le obstaculiza adrede su camino. Muchos desean la caída del judío, pero éste no solamente sobrevive, sino que se eleva. Muchos aspiran a poseer lo que es del judío, por lo cual traman y maquinan en su contra, para finalmente quedar en evidencia y falta. Muchos roban del judío, le extorsionan, le humillan, le agreden, le acusan, le expulsan, le segregan, le asesinan… simplemente por envidia y sentimiento de impotencia.
Por supuesto que la envidia es una maldad, pero en este caso no es genérica, sino que específicamente se dirige en contra del judío y lo judaico.

3- Oposición a Dios
El espíritu de todo ser sabe de la existencia de Dios, y anhela Su abrazo espiritual.
Pero, tristemente muchos siguen detrás de la falsedad y de la idolatría, pues se engañan y creen recibir de esos ídolos el abrazo de Dios.
Por supuesto que ese abrazo vacío no colma el hambre espiritual, sino que por el contrario lo acentúa y duplica el malestar del extraviado espiritualmente. Ese dolor intenso, por un mecanismo inconsciente que no explicaré ahora, se atribuye al verdadero Dios. En vez de reconocer su propia falta, la mentira de la idolatría, la necesidad del reencuentro con Dios, se escoge rebelarse en contra de Él, odiarLo.
Es aquí donde aparece la imagen del judío con judaísmo, que es una denuncia viva de esa mentira espiritual.
Con su mera presencia el judío con judaísmo está señalando el vicio de la idolatría, la vacuidad de no servir a Dios. El judío con judaísmo es una prueba viviente de la existencia de Dios, más allá de toda rebelión y duda.
Por tanto, en el ánimo rebelde surge el feroz grito de rechazo del judío y lo judío. Siente, el rebelde en contra de Dios, que si elimina al judío, inmediatamente encontrará paz y serenidad espiritual, ya que el testigo vivo de su rebelión es silenciado con la muerte, expulsión, tortura, humillación, etc. Y así persigue al judío, para hacerlo desparecer de alguna manera. Y persigue a lo judaico, para extirparlo, para borrarlo, o para silenciarlo al menos.
A lo largo de la historia muchos han sido los rebeldes que pretendieron eliminar a los judíos, o al judaísmo, y a veces a ambos. De manera tal de vivir haciendo de cuenta que no hay Dios, ni deberes para con Él, ni Juicio, ni sentencia…
Así pues, se odia al judío, porque se odia a Dios. (Y se odia a Dios, porque se Lo ama intensamente, pero se escoge un atajo hacia Él, que finalmente conduce hacia un horrendo abismo espiritual y vital).

Hasta aquí esta sucinta exposición.
Quiero hacer notar que es muy frecuente que en el mismo antisemita se den estos tres motivos, o anudados o en sucesión. Es cuestión del ojo atento hacer el diagnóstico correcto.

Le agradeceré que me informe que le ha parecido este trabajo, por favor, al dejar su comentario un poco más abajo de estas líneas.

Si le quedan dudas pertinentes, hágalas llegar.

Iebarejejá H’ – Dios te bendiga, y que sepamos construir Shalom.

Moré Yehuda Ribco