Todah Raba
Marcos Roitman
Argentina
Shalom,
«¡Bendito el que viene en el nombre del Eterno!» (Tehilim / Salmos 118:26).
Bienvenido y gracias por enviarnos su interesante misiva.
El Talmud (Snahedrín 107b) nos informa que tres enfermedades graves acosaron al profeta Elishá.
La primera le ocurrió luego del suceso con las osas y los jóvenes malvados (2 Melajim / II Reyes 2:24).
La segunda tras echar a su secretario Gueijazi (2 Melajim / II Reyes 5:27).
La tercera fue la que definitivamente le causó la muerte (2 Melajim / II Reyes 13:14).
Si bien, debemos dejar consignado que murió a una avanzada edad.
No está claro para mí cual fue la enfermedad, ya que no encuentro fuentes en la Tradición que la nombren explícitamente (y mis conocimientos de medicina son escasísimos).
Pero, según creo comprender, el profeta se fue debilitando. Los fuertes traumas emocionales que mencionamos (junto con otros que no son mencionados) lo hirieron profundamente, hasta que finalmente quedó sin fuerzas vitales.
La grandeza del relato de la enfermedad y muerte del profeta está en reconocer que hasta las personas más grandes y dignas, los sabios y escogidos para realizar milagros, no son más que mortales, personas como otros. Nacen, enferman, mueren. Ríen, gozan, sufren y lloran. Son hermanos, y no vacíos semidioses de las mitologías idolátricas.
Si hasta el milagrero Elishá, por cuyo intermedio fueron sanados y salvados miles de personas, enfermó y murió…
Si le quedan dudas pertinentes, hágalas llegar.
Iebarejejá H’ – Dios te bendiga, y que sepamos construir Shalom.
Moré Yehuda Ribco
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