Shalom, el Eterno le bendiga y guarde.
Su pregunta es muy pertinente, y combina un desafío moderno con una de las prohibiciones explícitas de la Torá. En Deuteronomio 18:11, el mandamiento es claro al prohibir «consultar con los muertos» — una práctica que, en su tiempo, implicaba tratar de obtener información o guía desde el mundo de los difuntos. Esta prohibición está alineada con los principios fundamentales del monoteísmo en la Torá, que nos enseña a depender de las instrucciones espirituales exclusivamente del Uno y Único y no buscar respuestas fuera del marco divino.
Esto es considerando que fuera real la tal comunicación mediúmica, o solamente una fantasía, o incluso un chantaje.
Más allá de la realidad de la posibilidad de esa conexión, está la orden de vivir con integridad, sin pretender romper barreras saludables que se nos han impuesto por el Divino.
Hoy, con la tecnología avanzada, las personas están recurriendo a herramientas como la inteligencia artificial (IA) para crear avatares o simulaciones que imitan a seres queridos fallecidos. Aunque estas recreaciones no implican la verdadera consulta con los muertos, desde una perspectiva halájica, lo que hacen es manipular la información que la persona en vida dejó atrás —conversaciones, grabaciones, fotografías— para crear una “simulación” artificial de su personalidad. No se está consultando al alma o al espíritu de los fallecidos, pero el desafío ético es evidente.
(De paso, quizás eventualmente gente capacitada tecnológicamente, y expertos cualificados halájicamente, tendrán que ver si en verdad es meramente una simulación y recreación, o podría ser posible que hubiera una inserción espiritual de alguna índole en esa vida artificial.)
En términos de si la Torá se adelantó a este fenómeno tecnológico, la respuesta es doble. Por un lado, la prohibición de consultar a los muertos sigue vigente, porque encarna la filosofía de no depender de fuentes externas sobrenaturales al Divino para obtener guía. Por otro lado, lo que la tecnología moderna ofrece no es una verdadera consulta espiritual, sino un mecanismo basado en algoritmos que procesan datos, sin ninguna intervención metafísica (hasta donde sabemos actualmente).
A nivel psicológico, el uso de estas tecnologías puede ser problemático. Si bien algunas personas podrían encontrar consuelo temporal al interactuar con estas simulaciones, la realidad es que no están interactuando con la esencia de sus seres queridos, sino con una construcción digital que imita fragmentos de su vida. Esto puede complicar el duelo saludable, impidiendo que la persona se reconcilie con la realidad de la muerte y con la necesidad de seguir adelante.
Si bien se podrían encontrar algunos factores positivos, creo que la naturalidad del proceso de vida que se desplaza hacia la muerte, es un hecho que debe ser aceptado y valorado.
Por supuesto que valoro la importancia de abrazar las innovaciones para mejorar la vida, pero también de establecer límites éticos y saludables. La Torá, con su sabiduría milenaria, nos guía a encontrar el equilibrio: utilizar la tecnología para el bien, pero nunca para reemplazar lo que es sagrado y único en el orden divino de la vida y la muerte.
Espero que esta respuesta aporte claridad. Estamos llamados a vivir en este mundo y aprovechar las herramientas modernas, siempre dentro del marco de la moralidad y los principios de la espiritualidad verdadera.
Tenga un excelente día con la Luz del Eterno brillando sobre su vida, shalom y bendición.
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