(Esta semana corresponde leer la parashá llamada Ki Tetzé ("Cuando salieres") que es la sexta del quinto tomo de la Torá, el sefer Devarim, conocido en español como "Deuteronomio").
Ifat tohar=> ben lasnuá=> ben sorer umoré
(En hebreo dice: la de bello aspecto, hijo de la aborrecida, hijo rebelde y contumaz).
El comienzo de nuestra parashá presenta tres temas concatenados:
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La atracción de un varón judío hacia una hermosa mujer extranjera, a la que ha conocido como cautiva de guerra.
Queda establecido que luego de algunos procedimientos la puede tomar por esposa. -
Un sujeto que tiene una esposa amada y otra odiada, la cual es madre de su primogénito al que debe privilegiar en su herencia sobre los demás hijos, aunque el padre no quiera hacerlo por la aversión a la madre.
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Unos padres que tienen un hijo rebelde y adicto, el cual les es imposible de educar, y que anda constantemente por el camino de lo criminal e inmoral.
Sus títulos bien podrían ser:
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La pasión arrobadora.
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El desencanto que se perpetúa.
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El sufrimiento inconsolable.
Rashi en su explicación al versículo Devarim / Deuteronomio 21:11 (a partir de TB Snahedrín 107a), nos esclarece la relación entre los tres temas:
"Lo que la Torá expone aquí es a causa del ietzer hará –instinto a lo negativo-.
Si el Eterno no le diera algún modo de desposar a la hermosa cautiva extranjera, el varón lo haría igualmente recurriendo a acciones prohibidas.
Como sea, al desposarla, finalmente llegará a aborrecerla…
Y para colmo, tendrá con ella un hijo rebelde, adicto y extraviado.
Es por esto que los temas están expuestos consecutivamente."
(Es una traducción libre).
Enamoramiento es algo distinto al amor
Pongamos la notable enseñanza del excelso Rashi en una perspectiva más amplia.
¿Qué es probable que acontezca cuando el elemento que determina la elección conyugal radica en la belleza física, en la atracción por las apariencias, en la fascinación por lo superficial y pasajero?
La respuesta de Rashi (en realidad de la Torá) sería:
muy probablemente un intenso enamoramiento de esta índole desembocará en odio.
Tal como ya lo dejaron enseñado nuestros Sabios:
"Todo amor que depende de algo material,
cuando se termina lo material,
termina el amor.
Todo amor que no depende de nada,
se perpetúa.
El primer tipo es el de Amnón por Tamar (2 Shemuel / II Samuel 13);
el segundo, el de David por Iehonatán (1 Shemuel / I Samuel 18)."
(Avot 5:18)
El enamoramiento
que se basa en la pasión,
que se construye como mera búsqueda de la satisfacción de necesidades personales,
y que tiene su anclaje en lo que es perecedero… finalmente perece.
Y al perecer, emergen sentimientos negativos, acciones que provocan o acrecientan el dolor que se hallaba ya escondido en las entrañas de esa relación.
Es que el amor, el verdadero amor, tal como dijera Mark Twain: "… aparenta ser lo más veloz, pero en verdad es lo más lento en madurar. Ningún hombre o mujer conoce qué es el perfecto amor hasta que no han estado casados un cuarto de siglo." (Notebook, 1894; en traducción libre).
Entonces, el soldado que ha caído bajo el influjo del enamoramiento hacia la belleza física de la extranjera cautiva, ¿acaso ha hallado el verdadero amor o solamente un fugaz espejismo de entusiasmo?
En un caso así, el dulce sabor de la pasión deja pronto el lugar a la amargura, a una vivencia de fricciones y descontentos que suelen irse intensificando con el paso de los días.
Un triste final tras un extasiado principio
Como resultado del vínculo conyugal abatido,
por los embates contra la armonía familiar,
por el disenso en las metas e ideales,
por la falta de un proyecto compartido para realizar,
por la disparidad de criterios respecto a la educación de los hijos,
y por relaciones carentes respeto y verdadero amor,
se llega al tercer tema del comienzo de la parashá:
el hijo adicto, contumaz y rebelde,
que no obedece ni a su padre ni a su madre,
que violenta las normas de la convivencia social,
que descalifica cualquier intento por devolverlo o llevarlo al camino de lo que es bueno.
Ambos desesperados e impotentes padres se ven obligados a presentar su triste caso ante los tribunales de justicia, los cuales, de acuerdo a la legislación, tienen la potestad de condenarlo a la pena capital, acabando con la vida del rebelde y sumiendo en mayores reproches y angustias a los ya atormentados padres.
Es éste un desenlace tan trágico, que en el Talmud (TB Sanhedrín 71a) queda asentado que nunca se dio un proceso así ni se dará, y que esto no es más que un recurso legal extremo que existe (aunque en realidad se han hallado numerosísimos atenuantes, que limitan el castigo sobre el hijo rebelde, ver TB Sanhedrín 45b), por lo que su principal finalidad principal es de servir como moraleja contra los que se dejan llevar por la pasión y no por fines superiores al momento de realizar su elección conyugal, para que refrenen los llamados del deseo, y presten atención a los consejos de la moderación.
Sin embargo, es preciso acotar que aunque en los hechos es improbable que se llegue al caso extremo que presenta la Torá del hijo totalmente rebelde e irrecuperable siendo condenado a muerte, sí es muy frecuente hallar grados intermedios de personas moral y espiritualmente extraviados, sobre los cuales es posible trabajar para recuperarlos y hacerlos andar por el camino agradable a ojos del Eterno.
El crudo llamado de la Torá a vivir en realidad
Como podemos comprender, la eterna e inmutable Torá nos está dando una fuerte lección de vida, algo que nos puede llegar a incomodar grandemente, pues quizás choca contra lo que la laxa moralidad moderna califica como bueno y aceptable.
O quizás porque se opone a lo que el deseo personal señala como preferible, aunque el deseo jamás mide las postreras consecuencias de los actos.
Al respecto, quisiera mencionar las palabras del Rov:
"El error de los modernos representantes de la religión es que prometen a sus seguidores la solución a todos los problemas de la vida, sin dejar una expectativa que la religión no solucione.
La verdadera espiritualidad, por el contrario, profundiza los problemas, nunca se prepone solucionarlos…
El ideal judío de la personalidad espiritual no es el individuo armonioso, determinado por el principio del equilibrio, sino uno con su alma rasgada y el espíritu quebrado que oscila entre Dios y el mundo.
El hombre verdaderamente espiritual aguanta constante agitación mental, colisión psíquica.
La Kedushá -consagración, santidad- eleva al hombre, no porque le concede armonía y síntesis, balance y pensamientos mesurados, sino revelándole lo irracional e insoluble del enigma de la existencia.
Kedushá no es un paraíso, sino una paradoja."
(Rav Yosef Dov Soloveitchik, ztz"l, "Sacred and Profane"; en traducción libre)
En síntesis
La Torá nos ayuda a pensar correctamente, es más, nos exige que lo hagamos, pues la Torá/Dios está en el polo opuesto a la narcosis de la fe, ya que rechaza los dulces encantamientos de los mensajeros de la falsa espiritualidad.
Porque, solamente criticando nuestras acciones a la luz de la Verdad/Torá podemos caminar con seguridad por esta vida, pues solamente así estamos en condiciones de descubrir que realmente en el paraíso se esconde una serpiente, confusión y malestar.
¡Les deseo Shabbat Shalom UMevoraj!
Moré Yehuda Ribco
Notas:
Otras interpretaciones de este pasaje de la Torá, y más estudios los hallan HACIENDO CLIC AQUÍ y AQUÍ.
Relato
Cerrada y oscura era la noche, ni la luna ni las estrellas empalidecían la oscuridad, cuando el incendio comenzó a devorar algunas moradas de madera.
Los habitantes del poblado rápidamente organizaron cadenas humanas, para pasarse los baldes con agua, y de ese modo extinguir eficazmente el fuego.
En poco tiempo las llamas fueron apagadas, sin embargo, el enojo de las personas contra Dios recién se estaba encendiendo.
Unos a otros se decían: ‘¿Cómo Dios que es taaaaan bueno permite que acontezcan tragedias como ésta? ¿Por qué no mandó una lluvia que liquidará milagrosamente el incendio? De hecho, ¿por qué no realizó un milagro para que el incendio no sucediera? Es más, ¿por qué directamente no quitó el poder combustible al fuego, para preservar nuestras propiedades? ¿Qué Dios de justicia es este Dios?’
Y así, unos a otros los pobladores se iban preguntando tontamente, en tanto incrementaban su enojo y tontera.
Hasta que, gritó el que era considerado el más tonto entre todos los tontos habitantes, y dijo: ‘¡Dejen ya de culpar a Dios en aquello que es inocente! ¿O acaso no se dan cuenta que si no hubiéramos tenido el fuego del incendio no hubiéramos podido vernos para pasarnos los baldes con agua y así apagar el incendio?’
Preguntas para meditar y profundizar:
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¿Cómo se puede relacionar este relato con el comentario que brindamos de la parashá?
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¿Es muy necio el comentario del que consideraban tonto, o es muy profundo y apropiado?
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Con las reglas que afean a la mujer bella cautiva, ¿acaso la Torá se está oponiendo a que las personas luzcan hermosas, o que sean atractivas a ojos de sus parejas?
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El proverbista dijo: "Hijo mío, si tu corazón es sabio, también a mí se me alegrará el corazón." (Mishlei / Proverbios 23:15).
¿Por qué dice "también a mí se me alegrará el corazón", si en el verso no dijo nada acerca de alegría del hijo, sino de su sabiduría? -
El Rav enunció sabiamente: "La espiritualidad/religión no es, en principio, un refugio de compasión y misericordia para el desanimado y desesperado, una corriente encantada para los espíritus machacados, sino un encolerizarse, un torrente clamoroso de la conciencia del hombre, con todas sus crisis, punzadas, y tormentos." (Rav Yosef Dov Soloveitchik, ztz"l; en traducción libre).
¿Cuál es la enseñanza práctica de esta frase?
¿Y cuál es su enseñanza ideológica?
http://fulvida.com/fortalecimiento/feliz-septimo/el-consejo-diario-206