Hay gente que se sepulta debajo de los escombros provocados por su severidad extrema, su juicio inflexible y drástico.
Muchos de ellos argumentan que así son más “espirituales”, morales, éticos, “buena gente”, cosas por el estilo; ¡cuánto auto-engaño!
De esa forma realmente se alejan y no se aproximan a Dios, ni al prójimo, ni a sí mismos;
pues el Eterno pobló el mundo con placeres para que los disfrutemos, en su justa proporción y medida.
Él nos ordenó establecer justicia, pero también ser bondadosos.
Él nos demandará por los placeres lícitos a nuestra mano que hemos rechazado con excusas de fingida espiritualidad.
¡Equilibrio!
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