El armonioso no le teme a lo diferente,
sino que lo asume como una realidad natural,
que además reporta un gran potencial,
pues al sumarse e integrarse
perfecciona el bien común.
Claro que,
cuando algo cae o queda fuera del rango de lo permitido y admisible,
entonces, se lo integra (si fuera posible) para corregirlo, para enmendarlo y llevarlo a su punto de perfectibilidad.
En caso de no poderse, se debe seguir la máxima del salmista: “haz el bien y apártate del mal”.
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