«כִּ֣י אִם־בְּזֹ֞את יִתְהַלֵּ֣ל הַמִּתְהַלֵּ֗ל הַשְׂכֵּל֮ וְיָדֹ֣עַ אוֹתִי֒ כִּ֚י אֲנִ֣י ה עֹ֥שֶׂה חֶ֛סֶד מִשְׁפָּ֥ט וּצְדָקָ֖ה בָּאָ֑רֶץ כִּֽי־בְאֵ֥לֶּה חָפַ֖צְתִּי נְאֻם־ה
Más bien, alábese en esto el que se alabe: en entenderme y conocerme que Yo soy el Eterno.
Quien hace bondad, juicio y justicia en la tierra.
Porque estas cosas me agradan, dice el Eterno.»
(Irmiá/Jeremías 9:23)
Dices conocer a Dios.
Aseguras que comprendes Sus cuestiones.
Afirmas que el tuyo es el camino seguro para el Señor de señores.
Insistes en que contigo está la “verdad” que nos conduce a la eternidad de SHALOM.
¡Perfecto!
Me alegro de que así sea.
Entonces, no tendrás problemas en pasar esta simple prueba que pone el Eterno para corroborarlo.
Solamente sirves a Él, que es Uno y Único, sin partes, sin personalidades separadas, sin “hijos” carnales endiosados, sin mesías divinos.
Y, vives de acuerdo a la senda de la virtud espiritual, es decir, construyendo SHALOM dentro y fuera de ti.
Con acciones de bondad y justicia, tanto en pensamiento, palabra como actos.
Porque es es precisamente lo que el Señor está exponiendo con claridad en este versículo profético.
Llevas una conducta de bondad, a la que se le debe complementar la necesaria justicia.
Tienes la dureza adecuada con el proceder incorrecto, así como la ternura para recibir a los que hacen TESHUVÁ.
Sean otros o tú mismo.
Disfrutas de lo permitido en tanto te apartas de lo prohibido.
Siguiendo las instrucciones del Eterno y no la corrupción de tu EGO, o de aquellos a los que tu servilmente adoras.
Es tan simple y claro el mensaje de Dios, y sin embargo tanta corrupta religión se ha construido para obstruilo.
Vive a pleno tu noajismo, si eres gentil. Conoce y vive tu judaísmo esmeradamente, si eres judío.
Porque estarás construyendo SHALOM para ti y el prójimo, aquí y en la eternidad.
¿Algo más precisas hacer?
Dios diría que no.