Queridos hermanos, en estos tiempos de cambios es fundamental que cultivemos una mente abierta y una actitud positiva. La física moderna nos dice que el tiempo no es lineal, sino que nuestro pasado, presente y futuro existen en un continuo.
Algo así ya nos lo enseñaba la antigua tradición de Israel.
Sabemos también que el espíritu, esa chispa de Dios que somos, está por fuera del espacio y tiempo, por tanto, en esta vida estamos atrapados en la temporalidad, en la limitación espacial. Pero nuestro Yo Esencial existe por fuera de esas fronteras.
En estos días celebramos Janucá, que nos recuerda los milagros que se realizaron en el pasado. Según la tradición, una pequeña cantidad de aceite pudo alumbrar el Templo por ocho días, siete días más de lo que debería haber durado. Esto demuestra que a través de la emuná y hacer nuestra parte, a veces lo imposible puede volverse posible.
Así como aquel pequeño frasco de aceite alumbró el camino hacia adelante, cada acto de bondad que realicemos en el presente también es un milagro que ilumina el futuro. «Ayer, hoy y mañana están unidos como una sola unidad». En vez de enfocarnos en temores sobre el porvenir, recordemos las bendiciones que ya poseemos. Lo poco de hoy, puede ser el milagro insospechado de mañana y un mensaje de confianza en la bondad de Dios para todas las generaciones.
Janucá es una celebración del poder innato que tenemos para forjar nuestro destino si vivimos cada día con esperanza y determinación, a la luz del Eterno. Así que en estos días santos, saquemos nuestras mejores velas y oremos para que nuestra luz interna también alcance mucho más allá de lo que imaginamos. ¡Juntos lograremos grandes cosas!
Leíste un poco más arriba la frase: «Ayer, hoy y mañana están unidos como una sola unidad». Así lo indican los sabios cabalísticos, y ahora la ciencia también lo confirma. Esto significa que en cada instante tenemos el poder de influir en todo nuestro destino si vivimos plenamente el momento.
«No mires atrás con arrepentimiento, ni hacia adelante con miedo, sino alrededor con alegría y gratitud». En vez de enfocarnos en temores sobre el porvenir, recordemos las bendiciones que ya poseemos. Agradezcamos por cada respiro, por cada mano amiga, por cada gota de esperanza. El futuro para construirlo, el pasado para resignificarlo y que sea diferente.
«Tu pasado no define tu futuro, a menos que tú lo permitas». El mañana está en blanco para escribirlo con bondad. Así que levantemos la vista, sonrían a quien encuentren y sigan adelante con coraje. Juntos podremos superar cualquier desafío.
Hermanos, cultivemos cada segundo como si fuera único e irrepetible, porque en verdad lo es. Así hallaremos la serenidad y la gracia aún en días de tormenta. Nuestro destino está en nuestras manos. ¡Ánimo! El futuro es prometedor.
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