La cualidad natural y necesaria de juzgar
no debe ser rechazada con fundamentos ideológicos,
ni con la infantil proclama: “No es bueno juzgar a los demás”,
o el lema religioso pero carente de espiritualidad: “Solo Dios juzga”.
Por el contrario,
es necesario juzgar las conductas de los otros, así como la propia,
pero no desde el pedestal de la perfección, ni pretendiendo someter al entorno a nuestras creencias u opiniones,
sino como mecanismo que lleva al bienestar, al entendimiento, al SHALOM.
Allí en donde el desbalance se evidencia,
donde se quiebran los límites saludables,
donde se pone de manifiesto el caos, hasta disfrazado de paz,
se debe de erigir el carácter protector y liberador del juicio justo.
Otra idea infantil es «Yo no juzgo a nadie, para que nadie me juzgue a mi». Pareciera que se carece de convencimiento a la hora de hacer publica alguna conducta, pero que muy en el fondo se sabe que no es correcta no importa qué recurso se use para justificarla.
Gracias por los consejos diarios.