¿Qué nos lleva a ser chismosos?

De acuerdo a la Tradición, el chisme, la habladuría, la murmuración, son de las peores conductas que pueden azotar a la especie humana.
De hecho, se lo equiparan al crimen, y no es banal que así sea.
Gente puede llegar a trastornarse de tal modo a causa de las habladurías que pudieran llegar a cometer actos violentos, o a romper relaciones, o a vivir en angustias y preocupaciones, al hostigamiento, o a multitud de otras consecuencias amargas y terribles; entre las que se puede incluir a que la víctima del chisme sea un muerto en vida, con una vida social espantosa o inexistente, con heridas emocionales severas, etc.
Sí, la lengua es una afilada arma que es tremendamente peligrosa y debiera ser evitada.

La mayoría sabemos estas cosas, porque lo hemos leído, nos lo han contado, lo hemos padecido, o es evidente usando el sentido común.
Sin embargo, es muy probable que no pase día sin que cometas esta ofensa contra el Hombre y Dios, o que estés envuelto en ella de una u otra forma.
¿Por qué?
¿Qué nos lleva a usar la palabra para destruir?

De acuerdo a investigadores de las Universidades de Glasgow, Manchester y West, las personas ocupan más cuando el chisme es “jugoso” o cuando trata de personas públicas o conocidas por los participantes. Ellos hasta señalan que puede resultar socialmente beneficioso al servir para unir dentro del grupo social, así como establecer normas sociales tácitas. Parece extraño que una conducta tan terrible pueda tener ese poder de cohesión grupal, sin embargo, al pensar un poco encontramos algunas razones. Con tu permiso compartiré contigo tres.

Primero, pensemos que podría usarse el chisme al estilo de en un tema de conversación casual, como sería el estado del tiempo. ¿De qué pueden hablar personas que no tienen mucha familiaridad, o que recién se conocen, o carecen de herramientas intelectuales para desarrollar temáticas ricas y enriquecedoras? Sí, hablan de que parece que va a llover, ¿y luego? Pues bien, de algún político, o deportista, o alguien de la farándula. Y lo que impresiona más es cotorrear acerca de cuestiones “picantes”, o de dudosa moralidad, o que sirvan para la burla. Pronto se pasa a hablar de algún conocido en común, ya con una tonalidad más cercana entre los que conversan, como si pudieran compartir confidencias. Y surge a toda máquina la lengua asesina, que corroe y corrompe. Hay un pasito pequeño entre una cosa y la otra, y se está en una resbaladera muy inclinada, por lo cual es muy fácil caer.
Te invito a que recuerdes tus conversaciones y veas si ocurre algo parecido.
¿Sí?

Ahora, pasemos a otra posible razón.
Pensemos en el famoso “chivo expiatorio”, que es la persona (o grupo) a la cual se la culpa de algo sin razón real. Al hacer esto, los acusadores se sienten explícitamente libres de culpa, pero profundamente unidos en su secreto pecado, porque están obligados por ese oculto pacto entre ellos a sostener la charada que mantiene al inocente cargando las culpas de ellos.
¿Lo entiendes?
Se asocian para acusar a X de tal asunto, del cual X no es culpable, pero ellos sí, o temen serlo, o no entienden muy bien qué lo provocó. Ahora tienen a X para golpear, para inculpar, para maltratar, para hacerlos sentir menos malvados; pero lo que ocurre es que están siendo mucho más perversos, más ruines, y deben agravar cada vez más su postura infame para sostener la mentira que los cobija. Manifiestan tremendo odio y repudio por el chivo expiatorio, (¿que en cierto punto es cómplice de mantener la situación enfermiza?), pero al mismo tiempo se mantienen ligados a él, lo precisan, porque sin el chivo deberán hacer algo para descubrir las verdaderas causas de sus sufrimientos, hacerse responsables, o encontrar otro chivo expiatorio para maltratar.
El más famoso y extendido chivo expiatorio es el judío, no sé si lo sabías. Pero, eso ocurre en todas partes, en familias, grupos de amigos, colectivos, comunidades, iglesias, lugares de trabajo, etc.
¿Puedes darte cuenta el papel que juega la lengua venenosa, en todas sus variantes, contra el chivo expiatorio?
¿Puedes entender la enferma necesidad que brota de lo oscuro de nuestro ser para emplear el chisme y la habladuría y así hacernos creer “menos malos”, por tener alguien al cual maltratar en presencia o en ausencia?
Sí, se comprende que esta conducta criminal sirva como elemento de unión social, entre individuos que se pegan en grupos atrapados por el malestar y el sufrimiento.

Te pido por favor que releas lo anterior, porque yo lo leo y me cuesta un poco entenderlo. ¡Y eso que lo escribí yo!
Si estuviéramos conversando en personas, podrías darte ejemplos, usar más palabras, etc., pero estamos limitados por este pequeño espacio de texto. Así que por favor, si te quedan dudas de lo que trate de expresar, pregunta. Gracias.

Pasemos a la tercera y última (en este artículo) razón que nos llevaría a usar la palabra para la destrucción.
Cuando sentimos impotencia es natural que respondamos con las herramientas naturales del EGO: llanto, grito, pataleo o desconexión de la realidad; con ellas directamente o con algunos de sus derivados. Es una respuesta natural que se fortalece con el uso constante que lo transforma en un hábito ubicuo y súper poderoso. En su origen es la respuesta apropiada en situaciones concretas y reales de impotencia, cuando no hay otros mecanismos para doblegar la realidad y tomar el control de las experiencias. Lo negativo del asunto es que se convierte en la respuesta cotidiana ante sentimientos de impotencia, no ante la verdadera impotencia. De esta forma, en lugar de intentar soluciones racionales, poderosas, con ejercicio del control presente, nos vamos por un mal camino alternativo, queriendo manipular las cosas, desviando la atención, llamando la atención, provocando, lastimando, etc.
Sí, al usar del EGO se consigue algunas de las cosas que se persigue, ¿a qué costo?
¿Qué se pierde por estar atrapado en las jugarretas del EGO?

(Si no te queda claro algo de lo que comenté en el último párrafo, por favor busca y lee del tema EGO en el sitio, porque ahora he sido muy breve, es que ya hemos cansado mucho con este tema, aunque sigue habiendo infinidad de enseñanzas para compartir al respecto.)
¿Te das cuenta cómo opera el EGO en provocar el uso de la lengua mortal?
¿Te animarías a comentar aquí debajo tus ideas al respecto? Gracias.

Las tres razones, ¿podrían resumirse en una sola? Si es así, ¿cuál? ¿Por qué?
¿Se justifica la observación de los investigadores de que el chisme puede resultar beneficioso? ¿El fin socialmente valorado justifica el uso de un medio perverso?
¿No hay otras formas, saludables, para lograr la cohesión social sin recurrir al mal uso de la palabra?

¿Hemos aprendido algo nuevo?
¿Lo que obtuvimos en este encuentro puede servirnos para mejorar nuestras vidas?
Gracias por compartir tu tiempo conmigo, hasta luego.

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