El libro de Devarim comienza con una afirmación clara: “Estas son las palabras que habló Moshé…” (Devarim 1:1). A diferencia de los libros anteriores de la Torá, donde la voz divina se manifiesta directamente, aquí es Moshé quien toma la palabra. ¿Estamos ante una obra puramente humana? ¿O hay una revelación divina que pasa por el filtro del entendimiento humano?
La idea de que Devarim es principalmente el discurso de Moshé, con la aprobación Divina para formar parte de la Torá, es un concepto con profundas raíces en la tradición judía, ampliamente discutido en el Midrash y por comentaristas rabínicos. La comprensión implícita y explícita de las fuentes apunta a esta idea.
🧠 El rol activo del profeta
El Talmud enseña que Moshé escribió su propio libro, así como el relato de Bilam y el libro de Job (Bava Batra 14b). Sin embargo, esta afirmación no debe interpretarse como una independencia de Moshé en la escritura de Devarim. En lugar de ser un dictado palabra por palabra, Devarim refleja la profunda comprensión de Moshé sobre la voluntad divina, la cual fue aceptada y ratificada por Dios como parte integral de la Torá escrita.
Maimónides, en su Guía de los Perplejos (Parte II, capítulo 45), explica que la profecía de Moshé fue única: no mediada por imágenes ni sueños, sino por conceptos claros y racionales. Esto le permitió transmitir la palabra divina con una precisión inigualable. Así, Devarim no es una simple interpretación humana, sino una revelación que pasa a través del intelecto de Moshé, sin perder su carácter sagrado. A pesar de su rol activo en la comprensión y transmisión, Moshé siempre fue guiado por la mano divina.
El Midrash Devarim Rabbah a menudo enfatiza que gran parte del contenido de Devarim son las palabras de Moshé. Sin embargo, recalca que estas palabras tienen un carácter Divino, ya que Moshé las pronuncia con Ruaj HaKodesh (inspiración Divina) y bajo la guía de Dios. La paradoja es que, si bien son las palabras de Moshé, su estatus como Torá es indudable porque fueron Divinamente inspiradas y aceptadas como parte de la Revelación. Otro Midrash (mencionado en comentarios sobre Éxodo 4:10) aborda la aparente contradicción entre la queja de Moshé de ser «pesado de boca y pesado de lengua» (Éxodo 4:10) y su elocuencia en Devarim, explicando que cuando Moshé hablaba al pueblo de Israel, sus palabras eran poderosas y Divinamente inspiradas. Esto subraya que sus discursos en Devarim, aunque saliendo de su boca, estaban imbuidos de santidad Divina.
📜 ¿Revelación o interpretación?
La idea de que Dios aceptó el discurso de Moshé y lo convirtió en Torá escrita plantea una visión dinámica de la revelación. No es un monólogo divino, sino un diálogo entre lo humano y lo eterno. Moshé, al hablar desde su propia experiencia y comprensión, revela una dimensión de la Torá que no se impone desde lo alto, sino que surge desde lo más profundo de la vida misma. La tradición rabínica lo expresa de manera elocuente: “La Presencia Divina hablaba desde la garganta de Moshé” (Sifrei Devarim 357). Aunque las palabras eran de Moshé, el contenido era divino. Esta relación activa y dialéctica entre lo humano y lo divino es una característica distintiva de la revelación en Devarim. De hecho, el Talmud (Berajot 5a) también destaca cómo la revelación divina a través de Moshé, con su interpretación, fue aceptada por Dios.
El Talmud y otras fuentes rabínicas se refieren a Devarim como «Mishné Torá» (Repetición de la Torá). Este nombre mismo sugiere que el libro es una recapitulación y explicación de las leyes y eventos ya presentados, pero desde la perspectiva de Moshé. No obstante, el hecho de que se considere «Torá» (instrucción, ley) en sí mismo, y no meramente un comentario, indica su estatus Divino. La tradición judía sostiene que toda la Torá, incluyendo Devarim, fue dada por Dios a Moshé en el Monte Sinaí. Esto implica que la «autorización» Divina para que las palabras de Moshé fueran Torá ya estaba presente desde el principio. Maimónides, en sus 13 Principios, insiste en la totalidad e inmutabilidad de la Torá, lo que implica que las palabras de Moshé en Devarim, al ser parte de la Torá, fueron Divinamente ordenadas y aceptadas. Además, en su obra «Mishné Torá», Maimónides codifica la ley judía basándose en toda la Torá, sin distinguir en la validez Divina de los mandamientos presentados en Devarim.
🔥 De lo sublime a lo cotidiano
El libro de Devarim prepara al pueblo de Israel para entrar en la Tierra Prometida, ofreciendo enseñanzas prácticas sobre cómo vivir una vida guiada por la Torá. Moshé no solo relata hechos milagrosos; más bien, lo que transmite son lecciones sobre cómo vivir con propósito, cómo recordar con conciencia y cómo hablar con responsabilidad. Devarim es el paso de lo sobrenatural a lo cotidiano, de lo sublime a lo práctico. Es la Torá que se manifiesta en lo cotidiano, que no se queda en el ámbito de lo trascendental, sino que se aplica a la vida diaria.
En resumen, la tradición judía, tal como se encuentra en el Midrash, el Talmud y las obras de los Maestros, sostiene que Devarim es el discurso de Moshé, pero no es meramente oratoria humana. Es un aalocución pronunciado con inspiración Divina, y que Dios, a través de la profecía única de Moshé, le dio la autoridad para que esas palabras se convirtieran en el quinto libro de la Torá, con el mismo estatus de santidad y obligatoriedad que los otros cuatro. No es un «ok» como un permiso para añadir algo, sino el reconocimiento de que la voz de Moshé en Devarim es la voz de la Torá.
¿Cómo crees que esta dualidad de voz humana y autoridad divina en Devarim nos ayuda a comprender mejor la relevancia de la Torá en nuestras vidas hoy?
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