Ningún otro

En la parashá encontramos el siguiente testimonio:

"El Eterno hizo en Egipto señales y grandes prodigios contra el faraón y contra toda su familia, ante nuestros propios ojos."
(Devarim / Deuteronomio 6:22)

Un pueblo entero, tres millones de personas, presenciaron los numerosos milagros y hechos maravillosos que el Eterno hizo por ellos.
No fue tan solo un milagrito pequeño,
ni un momento de asombro pasajero y ocasional,
sino que toda esa multitud de persona vivó personalmente sucesos extra-ordinarios y de inmensa importancia,
a lo largo de un período prolongado de tiempo.
Vieron y vivieron hechos que salen de toda lógica y que nunca antes ni después fueron realizados,
y que por lejos sobrepasan cualquier acto jamás presenciado por otra nación en su conjunto.

No fueron dos o tres los que se beneficiaron de los milagros.
Nadie se los contó.
No fueron delirios, ni ilusiones.
No se confabularon para inventar estas historias.
No quisieron creer en alguna mitología nacional.
No fueron un puñado de interesados creadores de dogmas sectarios.

Fue un pueblo entero y en su conjunto,
tres millones de personas,
durante más de cuarenta años,
los que pudieron sentir en carne propia al Eterno operando a su favor.

Esa misma gente que vivió esos grandes prodigios hechos por el Todopoderoso,
fue la misma gente que leyó y aceptó el texto de la Torá,
que contiene las narraciones fidedignas de muchos de esos milagros.
Y fue la misma gente que se comprometió a acatar la pesada carga de cumplir fielmente con los 613 mandamientos de la Torá.
Y fue la misma gente que con dedicado amor contó a sus descendientes que todo lo que la Torá dice es verdadero… ¡no porque ellos quisieran creerlo, sino porque eso es lo que ellos vieron con sus propios ojos!

Han pasado más de 3300 años desde que aquellos testigos de los milagros descritos en la Torá aceptaran a la Torá como fiel testimonio de lo que ellos vivieron.
Aquellos testigos han perecido,
pero su aceptación de la Torá no ha muerto con ellos.
Su fidelidad se mantiene a lo largo de las generaciones,
y si bien muchos dudan, recelan y cuestionan,
el hecho permanece invariable:

"pregunta, por favor,
a los días antiguos que te antecedieron,
desde el día que Elokim creó al hombre sobre la tierra,
y desde un extremo del cielo hasta el otro,
si se ha hecho cosa semejante a esta gran cosa,
o si se ha oído de otra como ella.
"
(Devarim / Deuteronomio 4:32)

¡Les deseo Shabbat Shalom UMevoraj!

Moré Yehuda Ribco

Relatos, anécdotas y enseñanzas

Le preguntaron al Rabí Leví Itzjac de Berditchev: "Está escrito que ‘Shelomó fue el más sabio de los hombres’ y los Sabios dijeron ‘más incluso que los tontos’. ¿Cuál es la inteligencia de este comentario de los Sabios?"
Explicó el justo: "Todos los tontos poseen una cualidad, que cada uno se ve a sí mismo como el más sabio de los hombres, y nadie puede demostrarle que es un tonto, aunque sus actos sean totalmente estúpidos. Pero la sabiduría de Shelomó eran tan grande, que podía hablar con diferente tipo de personas, incluso con los tontos, y de ese modo podía él dialogar con ellos para despertarles el corazón para que vean y se den cuenta, cuál es su verdadera naturaleza y sentido".

Preguntas y datos para meditar y profundizar:

  • ¿Cómo se puede relacionar este relato con el comentario que brindamos de la parashá?

  • ¿Por qué les cuesta tanto liberarse de su enfermedad espiritual a los que tienen fe en sus dioses falsos?

  • La Luz para el que sabe
    El sabio e inspirado autor nos enseñó: "El sabio tiene sus ojos en su cabeza, pero el necio anda en tinieblas" (Kohelet / Predicador 2:14).

    • ¿Qué significa "tener ojos en la cabeza"?

    • ¿Cómo se relaciona el ser sabio con el comentario que hemos dado a la parashá?

    • ¿Conoce usted alguna nación o religión que diga que TODOS sus antepasados al unísono durante una generación vivieron de milagro tras milagro?

  • Tus pecados pueden ser perdonados…
    En el inspirado libro de los Salmos se nos ilumina: "Mi pecado Te declaré y no encubrí mi iniquidad. Dije: ‘Confesaré mis rebeliones al Eterno.’ Y Tú perdonaste la maldad de mi pecado" (Tehilim / Salmos 32:5).

    • ¿Acaso la confesión del pecado es lo único que se necesita para recibir el perdón del Eterno?

    • ¿Por qué el encubrir los pecados, errores o fallos en lugar de liberar del pesar, solamente sirve para profundizarlo?

    • ¿Qué pasos son imprescindibles para alcanzar realmente el perdón de los pecados?

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