Sumer luces a la vida

La halajá indica que en Januca es suficiente que encendamos una llama por hogar judío (y no que esté encendida).
Si queremos pulir nuestro cumplimiento, que cada miembro (sin importar género ni edad) encienda su propia luz.
Si queremos aún ser más exquisitos podemos ir añadiendo una lámpara con cada día que pase, de acuerdo a como propuso la escuela de Hilel en su momento, cuando la otra opción presentada por la escuela de Shamai pretendía comenzar con ocho llamas e ir quitando una cada día.

Una de las preguntas interesantes al respecto sería: ¿por qué no se enciende ocho desde el primer día o hasta el último?
O, ¿dejamos en una llama, como indica la base de la halajá, pero de manera fija sin aumentar ni disminuir su número a lo largo de la festividad?
Pues, los Sabios bien podrían haber indicado esto desde un primer momento, pero por alguna razón decidieron seguir la línea de Beit Hilel y sugerir que el embellecimiento de la mitzvá se logra agregando una llama cada noche.

Una de las respuestas es la siguiente.
La idea que se encuentra en esta progresión de luz hasta su culminación es que estamos en este mundo para trabajar descorriendo los velos que ocultan la LUZ celestial.
No basta con hacer bien la tarea una vez, o cada tanto; sino que es necesario estar en una constante progresión, ya que el que deja de avanzar no queda estático sino que en verdad retrocede. Sabemos que uno de los grandes enemigos que tenemos es la zona de confort, cuando suponemos que hemos alcanzado un estado cómodo, en el cual evitamos sobresaltos; pero en verdad, esto nos conduce a la modorra de la conciencia, a paralizarnos en la acción evolutiva, a no accionar para continuar nuestro crecimiento. Está bien no estresarse sin sentido, ni angustiarse por lo que no se ha conseguido aún. Pero esto NO es entrar en la zona de confort, ni abandonarse en la resignación. En todo caso, es ver las cosas desde una perspectiva saludable, en la cual el eustrés es bienvenido, ya que es la tensión imprescindible para seguir sosteniendo el accionar; pero el estrés enfermo debe ser evitado o al menos administrado para no enfermarnos.
Entonces, trabajar cada día por mejorarnos, hacer un poquito mejor las cosas, no darle paso a las excusas para la pereza ni hundirnos en la procrastinación.
Ahí está un gran mensaje del crecimiento de la luz durante la festividad de Januca.

Puedes quedarte contento con esta respuesta, puesto que es un aliento para tu perfeccionamiento, una mirada dulce y noble para tu accionar.
Sin embargo, ¿y por qué no hacemos el encendido completo durante todos los días?
Y, nuevamente, la respuesta sería: porque este mundo es de gradualidad, de realizar trabajo a lo largo del tiempo. Tal como el Creador trajo a existencia toda la creación en diez etapas, siendo que podía hacer todo en un santiamén. Pero no, Él decidió hacerlo gradualmente, en compases. Porque es una enseñanza muy intensa para nosotros, de no esperar que todo se haga para ayer, de no estresarse si las cosas no salen de buenas a primeras, para no sentirse y creerse un fracasado si cientos de errores son los que permiten que al final aparezca el acierto.
De a poco ir sumando luces, paso a paso ir corriendo los velos que ocultan la LUZ.

Aprendemos a ser pacientes y tolerantes, al mismo tiempo que comprometidos y responsables para no abandonar con las dificultades.
Darnos el compás que elabora, en lugar de aglutinar todo hasta generar un caos.
Piensa en lo siguiente: la música, la escritura, el habla, el pensamiento, la creatividad, la respiración, la nutrición, en fin… todo está compuesto por “sonidos” y “silencios”, por “1” y “0”, por «acción” y “reacción”.
Piensa que a nivel subatómico es mayor el espacio entre las subpartículas que el lugar que éstas ocupan, lo que significa que nuestra realidad material que podemos ver, sentir, tocar como concreta, dura, en realidad está formada de muchísimo espacio vacío. Hay espacio vacío, hay elementos, entre ambos ingredientes se forma la materialidad.
Por tanto, cada día con su tarea, cada noche con su revelación de la luz, ya que la oscuridad y el descanso también tienen su finalidad y son necesarias.

En resumen, vive cada día sumando luz a tu vida y a la de tu entorno.
No busques culminar la tarea, pero sí haz por completo tu parte correspondiente.

Si este texto te ha sido de bendición, compártelo, agradécelo y colabora con nuestra sagrada tarea divina de revelar la Presencia del Creador en nuestras vidas:

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