El pueblo judío ha guardado la memoria del pacto eterno que los gentiles tienen con el Creador.
Porque Dios selló una alianza perpetua con toda la humanidad, desde Adam en adelante.
Lo confirmó con Noaj/Noé, haciendo especial hincapié en su importancia como mecanismo para desarrollar un Paraíso en la tierra y obtener méritos de gozo perpetuo en el mundo venidero.
Lo volvió a certificar cuando en el momento de cerrar el nuevo pacto con el pueblo judío, en el monte Sinaí hace 3334 años (en 2022), declaró que el pacto con el resto de la humanidad permanecía vigente, vital y en todos sus términos y condiciones.
Que no habría fuerza en el universo que invalidara el pacto que Él tiene con los gentiles.
Que ningún nuevo testamento usurparía ese documento de vida y eternidad.
Es una alianza esencial, que parece demasiado sencilla y básica, y, sin embargo, tiene la categoría de Divina, sagrada. Es la herramienta indispensable para conducirse con ética. Es la senda a la vida, la verdad, la trascendencia.
Se compone de Siete Mandamientos que cada una de las personas gentiles (no judías) debe conocer, aceptar y cumplir:
- No servir dioses que no son el Creador.
- No blasfemar; es decir, no maldecir al Eterno.
- No asesinar; es decir, quitar la vida al humano inocente.
- No mantener relaciones sexuales que han sido prohibidas.
- No robar, nada, nunca.
- No comer parte de un animal mientras esté con vida.
- Encargarse de que cada poblado, región, sociedad, cuente con un sistema de justicia que sentencie justamente.
Este pacto sagrado para todos y cada uno de los gentiles no ha perdido el valor, no ha sido reemplazado, no se cambia por nadie.
Actualmente, se le conoce como NOAJISMO, es decir: HIJOS DE NOÉ.
Es hora de que los gentiles se apropien del recuerdo de SU pacto y le den vida: ¡NOAJISMO puro YA!
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