El odio de los que se hacen llamar Israel espiritual

El odio hacia los judíos tiene múltiples caras y expresiones.
No haré una enumeración de todas ellas, porque me quiero centrar en una sola en este post.
Es una altamente peligrosa y horrible, especialmente porque parece pacífica, no predica abiertamente el odio ni la violencia; abusa de palabras de seudo espiritualidad; pareciera ser un mensaje constructivo pero en verdad encierra muchísimo veneno y maldad.

Es aquella que discrimina incorrectamente y abusivamente entre un “Israel espiritual” y uno “carnal”. Establecen una diferencia que en los hechos no existe, sino solamente en la afiebrada imaginación idolátrica que los apaña.
Todos los judíos “carnales”, es decir: JUDÍOS, evidentemente también lo son espirituales.
¿Por qué?
Porque ser judío es un hecho que ha sido establecido por la ley judía, no por la ley de Dios; mucho menos por imposiciones extrañas y que no pertenecen a nuestra sagrada familia.
No precisamos, ni admitimos, que los foráneos se pongan en árbitros para decidir quién es judío.
Porque, hemos sido nosotros los que lo hemos establecido legalmente y siguiendo, obviamente, la realidad física/espiritual.
Solamente nosotros tenemos derecho a definir los parámetros que nos hacen parte de nuestra Familia, no los extraños, tampoco el Eterno.

¿Quién es judío?
Aquel que nace de vientre judío.
También, el que habiendo nacido gentil se ha acercado a la Familia Judía y solicitado ingresar formal y legalmente a ella. Representantes válidos de la Familia reciben la solicitud, la estudian y aceptan (o no) al postulante. Éste debe comprometerse lealmente a ser un digno hijo de la Familia, respetar sus normas, vivir de acuerdo a sus postulados. Para lo cual, deberá renacer de cierta forma. Cortar con su estilo de vida anterior, no porque fuera malo, sino porque ya no es el que le corresponde de acuerdo a su nueva identidad como judío.
Desde el momento que la persona ha sido admitida dentro de la Familia Judía, aunque no tenga una molécula de ADN de los patriarcas de Israel, igualmente ya es completamente judío.

Toda persona judía, sea carnal o por adopción legal, es espiritualmente judía.
No hay manera de que no lo sea.
Porque, para ser “judío espiritual” es innecesaria la fe, o la afirmación verbal de un credo, no se precisa entregar el corazón a ningún sujeto crucificado, ni adorar a ningún supuesto redentor.
Para ser judío espiritual lo único que se precisa es… ser judío.

Aquel que habiendo nacido gentil, presume que es parte de un Israel espiritual por haber puesto su fe en un falso redentor colgado por sus pecados y crímenes personales, evidentemente NO ES judío, ni está siendo fiel al Padre. Por el contrario, está desviando sus pasos de la ruta sagrada, está dando la espalda al Creador y Sus leyes. Reniega del Amor Celestial, hipoteca su vida eterna porque rechaza el camino sagrado del noajismo para abrazar la idolatría.
Para peor, al negar la identidad de los hijos de Israel, fomenta el odio, aporta maldad al mundo, es cómplice de aquellos criminales que llevan la destrucción contra los judíos y el judaísmo.

Es terrible que negando a Dios y Sus leyes se cuelguen la medalla de santidad.
Es espantoso que difundan el antisemitismo encubiertos como amantes de Israel, o estudiosos “de la Palabra”.
Es indignante que expresen su odio libremente, porque eso no es “libertad de expresión”, sino incitación al crimen.
Las personas de bien y justicia debiéramos estar atentos para que no hagan circular su veneno, porque pareciera que no tiene efectos negativos, pero realmente están corroyendo las fibras de la humanidad, dando excusas a los otros terroristas para seguir empecinados en sus asesinatos y violencias. Porque, ¿cómo no habrían de exterminarnos si no somos seres “reales”, sino fantasmas usurpando una identidad espiritual que les corresponde a ellos, los adoradores de un colgado? Tal como hicieron los nazis, negarnos la identidad. No éramos nombres, sino números. No éramos gente, sino mitos horribles que había que extirpar del mundo. Unos lo dicen y hacen abiertamente, otros escondidos… ¿hay diferencia?

Por supuesto que tienen derecho a creer lo que les venga en gana, tanto esta doctrina ridícula y perjudicial como la de un dios espagueti que flota en el espacio.
La creencia en tonterías no va contra el código noájico (está prohibido adorar dioses que no son Dios, pero nada se dice de creer) y está amparada en muchísimas constituciones nacionales.
Pero, discriminar a la minoría judía, con engaños… es algo prohibido. Porque, es robo, es asesinato, es blasfemia. Esto es lo que hacen los religiosos que se adjudican el título de “Israel espiritual”.

Sí, ellos que dicen que arbitrariamente que no somos “judíos verdaderos”, ya que en su delirio acunado en el odio ellos lo son.
Basándose en extrañas y ajenas doctrinas y teologías, en todo apartadas del Eterno y Su Revelación.
Niegan a Dios, niegan al hombre.

De nada valen los malabarismos teológicos, las citas sesudas de libracos, cuando el tema de la identidad judía depende única y exclusivamente de la autodeterminación de los miembros de la familia judía.
Hemos sobrevivido miles de años, sorteado millones de dificultades, hicimos el imposible de seguir siendo nosotros cuando más grandes y poderosos cayeron.
Sabemos quienes somos, porque sabemos de dónde venimos.
Mantenemos firme y claro nuestra cadena sagrada del linaje.
Somos una familia y contamos con nuestros lazos familiares para fortalecernos.
No vendrán extranjeros a usurpar nuestra tierra, ni tampoco nuestra identidad.

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Jonathan Ortiz

Contundente!
Más de acuerdo no podria estar.

Jonathan Ortiz

Si, algunos se aferrarán más a su mentira, y otros, muy pocos, quizas uno solo, acepte la Luz.

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