Estimado lector,
La festividad de Shavuot conmemora el don de la Torá en el Monte Sinaí y el nacimiento de nuestra nación. Pero sus raíces van mucho más allá, pues Shavuot también marca el comienzo de la cosecha, una época de alegría y abundancia. Ya se celebraban nuestros antepasados antes de recibir la Torá, pues se conectaban con la vida del campo de manera directa. Pero luego, se añadió esta bendición celestial, el haber sido receptores del manual sagrado para llevar una vida de plenitud judía en este mundo.
Todo esto es un recordatorio de que la Torá no solo es un regalo del pasado, sino también una guía para el futuro. Sus enseñanzas apuntan a un mundo en que haya justicia y compasión, en que todos tengan lo necesario, y en el que la paz y la armonía dominen entre todas las naciones. Este es el sueño mesiánico que ha inspirado a nuestros antepasados durante miles de años.
Aunque estamos lejos de ver ese ideal realizándose, cada uno de nosotros puede hacer su parte para acercarnos a ese día. Cada buena acción, cada momento de bondad para con los demás, cada obra de caridad o ayuda al necesitado, es un grano de arena que construye ese mundo mejor.
Estimado lector, con la alegría de Shavuot renovando nuestros corazones, les invito a todos a prestar mayor atención a las enseñanzas de la Torá que nos llaman a construir un mundo de justicia y paz. Que nuestra celebración de hoy alimente nuestras obras mañana, y que nuestra pequeña parcela de bondad se una a la de los demás para hacer posible la era mesiánica de armonía que la propia Torá profetiza.
Les deseo a todos una Shavuot llena de luz y bendiciones. Comenzamos hoy a construir ese mundo nuevo.
Me despido por ahora con mis más cálidas bendiciones de shalom y jag sameaj.
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