Shavuot – De la Montaña al Corazón

Shavuot: De la Montaña al Corazón en el 5785

Mis queridos amigos, Shavuot es, sin duda, una de esas gemas ocultas en el calendario judío. Es la festividad que carece de grandes símbolos exteriores que la «vendan» al mundo: no hay cabañas que construir, ni ayunos dramáticos, ni el resonar del shofar que estremece el alma. Solo una cosa, una sola, pero tan monumental que define nuestra existencia: la entrega de la Torá. Pero, detengámonos un momento. ¿Qué significa «recibir la Torá» hoy, en este vibrante y a veces caótico año 5785? ¿Es solo una historia antigua o hay algo más profundo latiendo en su corazón?

La Montaña del Sinaí: Donde lo Inaudible se Volvió Eterno

Imaginen ese momento. En el Monte Sinaí, 3.337 años atrás (desde el 5785), no había cámaras de televisión ni micrófonos de alta fidelidad. No había un «streaming en vivo» para todo el mundo. Lo que había era un pueblo, millones de almas, paradas al pie de una montaña humeante, que se unieron como «un solo hombre con un solo corazón» (Rashi, Shemot 19:2). Esa unidad, esa anulación del ego individual frente a la trascendencia, fue la condición sine qua non para poder escuchar una Voz que no tenía forma, una Voz que no era un sonido, sino una verdad absoluta grabada en la esencia misma de su ser.

Ese instante definió nuestra identidad. No somos un pueblo definido únicamente por la etnia o la geografía, sino por una misión moral y espiritual que nos fue encomendada. El Midrash Tanjumá (Itró 16) nos dice que «Israel se volvió una sola entidad, un solo cuerpo, para recibir la Torá». Esa fue la matriz de nuestro propósito.

Ahora, en 5785, tenemos más información al alcance de la mano que cualquier generación anterior. Un simple «clic» nos conecta con la sabiduría de siglos, con la noticia del instante, con cada rincón del planeta. Pero, con toda esta tecnología y conocimiento desbordante, la pregunta fundamental sigue siendo: ¿qué es lo que realmente vale la pena saber? ¿Qué guía nuestras decisiones en un mundo donde la verdad es a menudo una moneda de cambio? Piensen en la avalancha de fake news que vivimos, en la superficialidad de los titulares, en cómo la «información» a menudo nos aleja de la verdadera sabiduría. Sinaí no fue un «noticiero» de última hora; fue una revelación de propósito.

La Torá: Una Brújula Viva en un Mar de Datos

La Torá no es, como algunos podrían pensar, un mero texto antiguo empolvado, un libro de leyes y relatos de pastores. ¡Absolutamente no! La Torá es una brújula viva, un árbol de vida (Etz Jayim Hi) que nos orienta en los mares más tempestuosos de la existencia. Es un código moral, un mapa espiritual, una guía para la vida con significado.

Shavuot, entonces, nos invita a una renovación profunda de nuestro compromiso como receptores de esta sabiduría eterna. No se trata de memorizar versículos o acumular información (para eso ya tenemos a la Inteligencia Artificial, ¿verdad?). El estudio de Torá no es solo un ejercicio intelectual; es un acto de conexión con lo eterno dentro de nosotros. Cuando estudiamos Torá con la intención correcta, estamos, en cierto sentido, reviviendo el Sinaí. Estamos invitando esa Voz inaudible a resonar en nuestro propio corazón.
Pero, no es meramente una ligazón inmaterial, ya que sin la acción concreta, correcta, necesaria, ese estudio de Torá es vacío, estéril, pierde el propósito con el cual fue diseñado por el Creador.

Pensemos en los desafíos actuales. En la era de la despersonalización digital, de la polarización extrema, ¿dónde encontramos anclas? La Torá nos ofrece principios como la VERDADERA justicia social (por ejemplo, Devarim 16:20: «Justicia, justicia perseguirás»), la santidad de la vida (Vaikrá 19:16: «No te quedarás de brazos cruzados ante la sangre de tu prójimo»), el valor incalculable del otro (Vayikrá 19:18: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo»). Estos no son conceptos de un libro viejo; son la base para construir una sociedad digna, para resistir la tentación del odio y la indiferencia que a menudo vemos en el panorama mundial.

Subiendo a Nuestra Montaña Interior

Que este Shavuot, en el año 5785, no pase como un feriado más, una excusa para comer lácteos o quedarse despierto estudiando hasta el amanecer (aunque ambas cosas son maravillosas). Que sea una oportunidad real para la introspección. Subamos a nuestra propia montaña interior, ese espacio sagrado donde reside nuestra Neshamá, esa identidad espiritual que en verdad somos. Escuchemos esa Voz, esa verdad que aún nos habla desde lo más profundo de nuestro ser y desde las palabras inmortales de la Torá.

Elijamos, una vez más, vivir con propósito, con valores inquebrantables, con la humildad de saber que somos parte de algo mucho más grande que nosotros mismos. La Torá no es una carga; es un regalo, un sendero para transitar la vida con significado. Y al abrazarla, no solo nos elevamos a nosotros mismos, sino que contribuimos a la luz que tanto necesita este mundo.

¡Jag Sameaj, mis queridos amigos! Que la luz de Torá ilumine sus caminos y sus corazones, para que sus manos realizan Sus obras.

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