Por la contaminación del pensamiento mágico religioso, la gente ha llegado a creer cosas de la espiritualidad y lo espiritual que son diametralmente opuestas a la realidad.
Es que, como ya hemos enseñado y explicado en numerosas ocasiones, lo religioso está en la antípoda de lo espiritual; lo que no volveremos a explicar ahora.
Simplemente tengamos en cuenta que espiritual no significa algo místico, ni epifanías, ni música «celestial», ni sentirse una manera «especial», ni sentimientos de euforia, ni velas, ni aislaciones metafísicas, ni todo ello que se suele contar como espiritual.
Espiritual es aquello que los humanos somos, NO ES lo que estamos siendo.
Espiritual es eso que cada uno es, la NESHAMÁ, la chispa de la Divinidad.
También es vivir de acuerdo al código de conducta que el Creador ha implantado en cada NESHAMÁ, y que ha hecho explícito en lo que se denominan Siete Mandamientos para las Naciones y los 613 Mandamientos de la Torá para la Nación Judía. Entonces, cuando pensamos, hablamos, hacemos en sintonía con ese manual de vida, creador por Dios, estamos viviendo la espiritualidad a pleno. Con algo tan prosaico y corriente como siendo respetuosos con nuestro prójimo, estamos actuando como reflejo del espíritu que somos. Al dar unas monedas al necesitado, también. Cuando encontramos un objeto perdido y lo devolvemos, eso es espiritual. Si ayudamos a cruzar la calle a una persona con dificultades físicas, estamos poniendo en actos la espiritualidad. Por supuesto que si rezamos, a Dios y solamente a Él, pero no solo con ello basta y alcanza, es simplemente uno más de los muchísimos modos que tenemos de descubrir la espiritualidad en este mundo.
Porque el mundo espiritual no está divorciado del material, como nos quieren hacer creer desde algunas ideologías; por el contrario, ambas realidades están íntimamente vinculadas y se complementan.
Es por ello necesario despertar a la conciencia espiritual, darnos cuenta de lo complejo y a la vez sencillo de nuestro mundo.
Como no tenemos las herramientas para comprenderlo completamente, e incluso ni siquiera en su gran parte; pero con las que tenemos ya alcanza para maravillarnos y descubrirnos como integrantes necesarios e importantes de él.
Somos piezas sagradas en un mecanismo sagrado, que no precisa de religiones, ni imposturas mágicas, ni grandes palabrerías, ni devoción a santos o rabinos y mucho menos a clérigos de religiones. Simplemente precisamos vivir reflejando nuestra NESHAMÁ.
Si no conocemos nuestros mandamientos, aquellos que nos corresponden, con tener en cuenta la meta de construir SHALOM, ya alcanza. Esto es, pensar, comunicar y actuar con bondad y justicia.
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