«Emor» es en hebreo y lo podemos traducir como «di», «habla».
En buena medida acerca del «habla» tratará este encuentro, que espero sea de mucha bendición para ti y los tuyos.
Dentro de las temáticas de nuestra parashá se mencionan las festividades, las fechas especialmente consagradas para la reunión del pueblo judío.
Entre ellas está Sucot, de la cual ha dicho el Eterno:
«os regocijaréis delante del Eterno vuestro Elokim durante siete días»
(Vaikrá / Levítico 23:40)
Quizás pasa desapercibido en el trajín diario, en medio de los problemas y dificultades de cada jornada; pero estamos en el mundo para aprender a gozar de lo permitido, y no para llevar una vida de miserias y amarguras.
Como el inspirado salmista describiera en su canto:
«Bienaventurado todo aquel que teme al Eterno y anda en Sus caminos:
Cuando comas del trabajo de tus manos, serás feliz, y te irá bien.»
(Tehilim / Salmos 128:1-2)
Porque debemos a prender a gozar sanamente, es que se nos ha ordenado regocijarnos y estar alegres1.
Sea que estemos solos, pero mejor si podemos compartir con familia, y mucho mejor en comunidad.
Pero, siempre delante del Eterno, es decir, con un corazón limpio, con regocijo sincero que nace en el buen proceder y no de la burla o la ventaja artera:
«Regocíjate en tu fiesta, tú con tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, el levita, el forastero, el huérfano y la viuda que estén en tus ciudades.
Siete días celebrarás la fiesta al Eterno tu Elokim en el lugar que el Eterno haya escogido. Porque el Eterno tu Elokim te habrá bendecido en todos tus frutos y en toda la obra de tus manos, y estarás muy alegre.»
(Devarim / Deuteronomio 16:14-15)2
Ya lo sabes, tenemos la oportunidad en esta festividad para entrenarnos en esta difícil empresa de gozar auténticamente.
Pero, un verdadero entrenamiento no se realiza una vez por año; ni tampoco una semana al año. Un entrenamiento efectivo ha de ser constante, o cuando menos muy frecuente.
Para esto, cada semana al caer el sol del viernes para dar comienzo al Shabbat, es tiempo de gozo y de aprender a deleitarse de lo que es trascendente y eterno, tal como a través del profeta ha sido declarado:
«Si apartas tu pie por respeto al shabbat, para no hacer tu capricho en Mi día santo; si al shabbat llamas delicia, consagrado al Eterno y glorioso; y si lo honras, no haciendo según tus propios caminos ni buscando tu propia conveniencia ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en el Eterno. Yo te haré cabalgar sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer de la heredad de tu padre Iaacov [Jacob]. Porque la boca del Eterno ha hablado.»
(Ieshaiá / Isaías 58:13-14)
Tenemos momentos para el gozo y para el entrenamiento, aunque la meta es servir constantemente con buen ánimo al Eterno, tal como está dicho:
«Por no haber servido al Eterno tu Elokim con alegría y gozo de corazón por la abundancia de todo, servirás a tus enemigos que el Eterno enviará contra ti, en medio del hambre, de la sed, de la desnudez y de la falta de todas las cosas.»
(Devarim / Deuteronomio 28:47-48)
¿Lo comprendes?
Nos sobrevienen terribles calamidades3 cuando no servimos al Eterno con alegría y gozo, porque no somos capaces de reconocer cuán ricos somos con lo que Él nos ha dado.
En palabras de la Mishná:
«¿Quién es rico? Quien se alegra en su porción.»
(Avot 4:1)
Es decir, si de mala gana vives, si con pesar actúas, el resultado al final será dolor.
Pero si entiendes que cuando has comido solamente una cantidad similar a una aceituna o un huevo, ya has gozado de los bienes de Este Mundo, entonces te librarás de afanes innecesarios y dolores completamente evitables.
Agradecerás de todo corazón por lo materialmente poco o mucho que te ha tocado, y serás feliz, sin angustias ni pesares. Porque confías en la Sabiduría, Justicia y Bondad del Eterno, no temes ni te perturbas detrás de la avaricia. Porque confías, entonces gozas:
«Porque Yo sé los planes que tengo acerca de vosotros, dice el Eterno, planes de bienestar y no de mal, para daros porvenir y esperanza.
Entonces Me invocaréis. Vendréis y oraréis a Mí, y Yo os escucharé.
Me buscaréis y Me hallaréis, porque Me buscaréis con todo vuestro corazón.»
(Irmiá / Jeremías 29:11-13)
Cuando verazmente confías en el Eterno, el buen ánimo no se aparta de ti, ni siquiera en los momentos de pesada prueba.
Tenlo presente.
Pero además de la confianza depositada en el Eterno, puedes hacer tu parte para ir añadiendo gozo a tus días.
Te daré tres breves consejos que te permitirán ir escalando en esta manera de vivir plena de gratitud, libre de presiones (aunque no de justos esfuerzos), resplandeciente de regocijo:
- Aprende a hablar positivamente.
- Aprende a encontrar el valor positivo de las personas, objetos, situaciones.
- Aprende a esforzarte, pero no a presionarte.
¿Qué es hablar positivamente?
Es comunicarse auténticamente, a la par que encontrando gestos, tonos, palabras y sentidos positivos.
Sin faltar a la sinceridad, se debe tratar de expresar las ideas sin usar formas negativas del lenguaje.
Te daré un simple ejemplo, que espero puedas derivar de él la gran enseñanza que deseo trasmitirte.
Recién acabo de escribir, y tú has leído: «tratar de expresar las ideas sin usar formas negativas del lenguaje», está un par de líneas atrás.
¿Cómo podríamos enunciar positivamente un concepto similar?
Pues, diciendo: «trata de expresar las ideas de forma que uses lenguaje positivo».
Te daré otro ejemplo.
El joven estudiante anuncia: «No entiendo nada, soy un inepto, el estudio no es para mí«.
Ésta es una manifestación de incorrecta autoestima, y de falta de confianza en su capacidad de superación.
Bien podría decir algo parecido, pero positivamente: «Me cuesta entender este tema en particular en esta materia, reconozco que es una dificultad puntual, y haré mi mejor esfuerzo para vencer los obstáculos que se me presentan«.
¿Cuál es la diferencia fundamental entre ambas frases?
Descúbrelas y aplícalas en tu vida, verás los beneficios de hacerlo.
Te daré una breve lista de ejemplos, espero que te sea de provecho y adquieras el buen hábito de hablar positivamente:
Negativo (de lo cual es mejor que te abstengas) |
Positivo (que debieras emplear) |
Eres tonto, nunca entiendes nada | Quizás no fui claro al expresarme, permíteme que lo explique nuevamente |
Me siento horrible |
He tenido mejores días
|
Muero de cansancio | Me haría bien un descanso |
No me esperen, llegaré tarde | Trataré de estar en hora, bli neder |
Lo odio | No llegamos aún a congeniar |
Perdí | El éxito me fue esquivo esta vez |
Me engañaste | Siento que lo que obtuve no es lo que había entendido que recibiría de tu parte |
Temo fracasar | El éxito es el 50% de mis probabilidades |
Como ves, en el hablar positivo no se miente, ni se engaña, ni se esquiva el asunto urticante, solamente que se emplea un talante positivo, una expresión que apunta al encuentro, al crecimiento, a la esperanza, en lugar de caer en el abatimiento o la insolencia.
Hablar positivamente lleva casi siempre a pensar positivamente, y con ambas se encuentra que uno está conduciéndose de manera proactiva. Hablar de esta manera es unir el jesed con el iesod, la misericordia con el fundamento que vincula lo emocional con lo material, por tanto, es abrir los canales para el bienestar.
Es bonita la enseñanza que el Maharal daba acerca de la lengua. Él solía decir que la lengua es el único órgano que puede estar tanto dentro como fuera. Y esto es así pues la lengua expresa, hace público, lo que está dentro.
Si expresamos nuestros conceptos positivamente, nos retroalimentamos de positividad.
Pero, si de nuestras bocas emergen palabras necias, falsas, negativas, pedantes, en fin negativas, entonces demostramos qué hay en nuestro interior, al tiempo que nos mantenemos enroscados en un círculo vicioso.
Recordemos un precepto que se enuncia en la parashá pasada:
«No maldecirás al sordo»
(Vaikrá / Levítico 19:14)
Sabemos que está prohibido maldecir, por tanto, ¿no resulta redundante este mandamiento?
Pero además, ¿en qué le afecta al sordo si lo insultamos, si ni siquiera se entera de esto?
La respuesta es: porque cuando maldecimos no solamente perjudicamos al insultado, sino a nosotros mismos.
Cuando ofendemos de palabra a un sordo, o de cualquier manera al ausente, en los hechos podemos decir que no lo estamos perjudicando en nada (a no ser que alguien nos oiga y se afecte negativamente), pero siempre nos estamos auto-dañando.
Por esto, la shmirat halashón, el cuidado de la lengua, es una conducta esencial.
Y el cuidado comienza emitiendo positividad y no elementos de negatividad.
Ahora, ten presente que en ocasiones debes ser firme en tu expresión de «noes».
No debes permitir que te maltraten, directa o indirectamente.
No debes promover la idolatría, especialmente no debes tolerar la basura para el alma que se disfraza de piedad y que para colmo le gusta hacerse pasar por «judaísmo mesiánico».
No debes consentir el mal.
Entre otros «noes» ineludibles que deben ser sostenidos con firmeza y sin tolerancia alguna.
Recuerda que el que es piadoso con el mal, termina perjudicando al bondadoso.
Recuerda que al que está dispuesto a hacerte un daño, o a dañar a un inocente, no debes tenerle ninguna lástima ni darle ni siquiera una chance pequeña para que ejecute su maldad, tal como la Torá ordena:
«Tu ojo no le tendrá lástima.»
(Devarim / Deuteronomio 25:12)
Pero, a veces también debes ser severo, actuar en cierta manera como «negativo», por ejemplo cuando reprendes a un hijo por una conducta desagradable, o echas a un empleado, etc. En estos casos, debes ser claro y severo, pero nunca usar la humillación, las ofensas, la bajeza. En todo momento debes recordar que el otro, a ese que le dirás algo que no quiere oír, es tu prójimo y que has de ser amable con él.
¿Qué es encontrar el valor positivo de las personas, objetos, situaciones?
Es recordar que hay sombras porque necesariamente hay luz que las produce.
El temeroso, el poco entendido, el que no ha aprendido a valorar, se queda prisionero de las sombras, sin ver más allá de ellas.
Pero, aquel que aprendido a valorar lo positivo, no queda inmóvil y expectante por las sombras, sino que sale al encuentro con la luz.
En palabras del inspirado y sabio salmista:
«Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estarás conmigo.»
(Tehilim / Salmos 23:4)
El salmista sabe que existen momentos de oscuridad existencial, pero también sabe que hay una Luz que siempre se halla encendida, y que es posible encontrarla a pesar de todo.
Por esto, nosotros captamos que el salmista sabe valorar lo positivo.
Entiéndelo bien: él sabe que están las sombras, pero no se queda en ellas, sino que razona que detrás de ellas siempre se encuentra la luz.
El que busca lo positivo, no niega el dolor, ni vive en fantasías de perenne bienestar ilusorio, pero tampoco se hunde en la desesperación o el abandono de toda lucha por elevarse.
Sino que tiene los pies bien plantados en tierra, en la realidad, sin sobresaltos ni decepciones, al tiempo que su cabeza y espíritu están en las alturas, en demandan de la clave de su gozo verdadero.
Una persona así, reconoce trampolines para subir allí donde otros solamente encuentran pozos en los cuales tropezar y deslizarse al vacío.
Él «siete veces cae y se levanta» (Mishlei / Proverbios 24:16), porque sabe que vale la pena ponerse de pie y seguir avanzando. Porque aunque muchas veces muerda el polvo de la derrota, sabe que todo es para bien.
Encontrar lo positivo, incluso cuando pareciera difícil que lo hubiera, es vivir desde la perspectiva del jesed, la misericordia.
Alguien que tiene un ojo misericordioso, encuentra sentido, y la siente concreta y palpable a esta afirmación:
«Bueno es el Eterno para con todos, y Su misericordia está en todas Sus obras.»
(Tehilim / Salmos 145:9)
¿Qué es esforzarse, pero no presionarse?
Cuando actúas con responsabilidad, pues te haces cargo de que haces el mejor esfuerzo para completar tu tarea, pero que no depende de ti el resultado final.
En palabras de los Sabios:
«No te corresponde a ti terminar la obra, mas no eres libre de eximirte de ella.»
(Avot 2:16)
Cuando te sobre-exiges, cuando te presionas más allá de lo razonable, estás conspirando para nunca alcanzar el éxito, sino para permanecer en la derrota o para hundirte más en el dolor.
El proverbista en su notable sabiduría nos lo ofrece con las siguientes palabras:
«Corrige a tu hijo mientras haya esperanza, pero no se exceda tu alma para destruirlo.»
(Mishlei / Proverbios 19:18)
¿Entiendes la idea?
Ni siquiera cuando estamos corrigiendo podemos exigir más allá de los límites saludables, sino solamente lo que es justo, bueno y correcto. Cuando presionamos al punto que quebramos el límite de lo saludable, entonces estamos destruyendo y no construyendo.
Te doy un ejemplo. Imagina la siguiente situación.
Un hombre que se ha dado cuenta de que su vida laica no es beneficiosa ni correcta, y se hace baal teshuvá. Pero es tal su exigencia para consigo mismo que no tolera ni la más mínima desviación de lo que él cree corresponde que se debe cumplir y hacerse. Su vida no está dedicada al verdadero crecimiento espiritual, orientada a la Luz de la Torá, sino que se transforma en una tortura constante, en una rebelión en contra de familia, amigos, colegas y conocidos; en un reproche insufrible sobre todo y todos; en un machacante sentimiento de inferioridad por no estar cumpliendo al 100% todo de todo de todo. ¡Llega al extremo de no bañarse para no quitarse la kipá ni el talit katán! Lo más probable es que no sea una persona emocionalmente equilibrada, pero, ¿acaso su exigencia fuera de toda mesura no es la que lo está llevando a esta situación lastimosa?
Pregúntate: ¿en qué me parezco a este personaje?
Y si en tu sobre-exigencia eres semejante a él, hazte esta otra pregunta: ¿qué intento ocultar con tanto afán de perfeccionamiento?
Recuerda el tema con el que comenzamos este encuentro: el gozo y la alegría.
Entre los momentos de mayor gozo, y que además nos entrenan para gozar a diario, mencionamos el Shabbat con su deleite espiritual que se trasunta a lo material.
Una persona que cumple realmente con las normas del Shabbat aprende a que el mundo no se detiene si ella deja su tarea por un rato, y por tanto, tiene derecho a descansar, también a equivocarse, también a no ser perfecto.
La idea debe ser: hacer lo mejor que puedas, pero aceptar que no eres todopoderoso, y que llegarás más pronto o más tarde a tu límite. Si te confiesas que tienes limitaciones y que éstas no te hacen ser peor persona, estás dando un gran paso hacia el éxito verdadero.
En el polo opuesto está el que conozcas tus potenciales, tus capacidades, y que te hagas consciente para no permitir que los temores te inmovilicen en tu tarea de crecimiento.
Por otra parte, recuerda esta enseñanza adicional: cuanto más presionas a una persona, menos contacto auténtico tienes con ella, y difícilmente alcanzaras la meta que te has propuesto en la relación mutua. A mayor presión, mayor resistencia y alejamiento. Recuérdalo.
Esforzarse sin traspasar el límite de lo saludable, es resaltar la perspectiva de netzaj, la constancia que lleva al éxito.
Ten presente por favor estos tres consejos4, que si los anudas firmemente a la plegaria sincera y al estudio cabal de la Torá, te permitirán desatar los lazos de la esclavitud emocional, para verte de pronto abrazado por el verdadero regocijo. En palabras del salmista:
«Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Eterno moraré por largos días.»
(Tehilim / Salmos 23:6)
¡Te deseo a ti y los tuyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj!
¡Cuídense y gocen de lo permitido para qué sepamos construir shalom!
Notas:
1- Gozo y alegría NO debe considerarse como una sonrisa perpetua en el rostro, ni como aceptar injusticias y maldades con agrado, ni como reír sin comprender que hay tiempos para el llanto.
El gozo y la alegría refieren a un estado del ánimo de tranquilidad interna y confianza en la Bondad del Todopoderoso.
Peo si toca vivir un momento de amargura, se sufre, pero sin caer en la desesperación.
Si toca el momento de la seriedad, así se lo experimenta, pero sin convertirlo en algo parsimonioso o plagado de dramatismo.
La burla, la risa que nace en la gracia tonta, la sonrisa perenne del inconsciente o borracho no son sinónimos de gozo y regocijo, ni de alegría; sino muestras de la falta de éstas. (Ver Sefer Colbo 60).
2- Conviene analizar la Halajá que enuncia el Rambam en Hiljot iom Tov 6:17, en donde especifica qué debe entenderse concretamente por «la alegría» de la festividad.
3- En general son calamidades emocionales, personales. Familias destruidas, vidas vacías, comunidades hundidas en el odio o la confusión, sociedades corrompidas y decadentes, etc.
4- Te recomiendo la lectura y estudio de las obras del «Jafetz Jaim», R. Israel Meir HaCohen Kagan. Especialmente profundiza el «Shmirat Halashon».
Moré Yehuda Ribco