Debes haber oído hablar del arca de Noé, y también del hecho de que Noé y su familia y los animales que llevaron con ellos se salvaron de morir a causa del diluvio.
Es que, la historia del diluvio es una de las más famosas de la humanidad, cuenta con varias versiones, una de las cuales es la que encontramos en la Torá. Ésta es la versión dada por el único testigo presencial, Dios. Las otras historias que se escribieron y contaron, previamente o posteriormente, se armaron a través del recuerdo, luego de pasado mucho tiempo. Contienen trozos de información real y porciones de ficción, encontrándose la versión verdadera en la Torá, por más que no fue la primera en ser escrita (lo repito).
Si quieres entretenerte con este tema, te sugiero este video que hemos publicado al respecto:
Pero, ¿qué provocó realmente esta inundación?
Más allá de lo que digan las versiones folclóricas, las que contienen trozos de verdad, pero también de ficción; ¿qué dice la versión verdadera, la de la Torá?
El mundo fue creado y dado para que los humanos se encarguen de cuidarlo, desarrollarlo y también disfrutar de él.
Para conseguirlo, el Creador proveyó de varios instrumentos, uno de los cuales fueron los mandamientos dados a Adam, y a través suyo a toda la humanidad.
Pero, han pasado varias generaciones, la humanidad se está multiplicando y las obras de los seres humanos son realmente inmorales. Las personas son malas entre sí, están corrompiendo el ambiente, se olvidaron de Dios y se llenaron de magia, superstición, religión, vanidad y otras cosas que no hacen bien a la persona, ni a la sociedad, ni al ecosistema.
Dios decide hacer un reseteo de lo creado en esta tierra.
Elige a Noé para que se salve y se encargue de ser el socio humano en este nuevo inicio.
Noaj, a pesar del entorno tan negativo, logró ser un hombre justo e inocente, por tanto, era el mejor en su momento para ser el socio de Dios y el gerente de la nueva tierra.
Quizás no era el más espléndido de los humanos, si lo comparamos con otros a lo largo de la historia, pero en su época y situación, era excepcional. Probablemente, también en nuestra época lo fuera.
Dios le ordena que construya una nave enorme en la que pondrá todos los animales. Dos de cada especie, un macho y una hembra para asegurar la reproducción. De los animales que eran considerados puros en su tiempo, salvaría siete parejas.
Noé obedece las instrucciones de Dios y construye un arca, de acuerdo con las medidas y directivas exactas que Dios le ha prescrito. Inmediatamente después, Noé, su esposa, sus tres hijos: Sem, Cam y Yefet, y sus esposas, entran en la nave junto con todos los animales.
Dios se encargó de que los animales llegaran a tomar el crucero.
Luego, inicia la lluvia. Al principio era suave, mansa, nada inquietante. Pero de a poco la tormenta se convierte en feroz, y las aguas cubren la faz de la tierra e incluso las altas montañas. El arca navegó ciento cincuenta días, hasta que cesó el diluvio.
El arca queda encallada en el monte Ararat. Noaj quiere comprobar si el agua ha bajado y ya pueden salir y pisar el suelo. Para ello, envía primero una paloma y un cuervo. Tras varios intentos y una tensa espera, la paloma regresa con una hoja de olivo en la boca. Para estar seguro, la envían de nuevo. Después de siete días de espera, y luego de que la paloma no regresa, Noaj decide echar un vistazo y ver qué pasa afuera. Dios le instruye a él y a todos sus acompañantes a salir de la nave.
Cuando salen del arca, Noé construye un altar a Dios y le ofrece sacrificios. Dios decide en Su corazón que nunca habrá otro diluvio en la tierra. La tierra no volverá a ser destruida por medio del agua, y las estaciones llegarán en orden sin que una inundación interfiera con ellas. Como señal del pacto, Dios le da un nuevo simbolismo al arco iris en las nubes. Así mismo, reitera los siete mandamientos que la humanidad ya tenía desde su origen, esos mismos que siguen vigente en la actulidad y son llamados mandamientos para las naciones o los mandamientos noájicos o los sheva mitzvot debenei Noaj.
Tras lo cual, la humanidad se divide y crece: los hijos de Noé dan a luz y se mudan a diferentes lugares.
Otra historia en la parashá Noaj es la Torre de Babel. La humanidad está creciendo y expandiéndose, extendiéndose por diferentes partes del mundo, sin embargo, predominaba una ideología única. No se habían abierto a la pluralidad de pensamiento, ni siquiera se les ocurría la posibilidad de ejercer la crítica. Simplemente, creían en un Sistema de Creencias único y monolítico. En uno de los lugares llamado Valle de Shinar, la gente se unió y decidió construir una ciudad y una torre con material y ladrillos. La intención era rebelarse contra Dios, mostrar que ellos podían quebrantar a Dios, robarle Su poder, ser autónomos y vivir de acuerdo a sus propias reglas.
Dios decide frustrar su plan al confundir su Sistema de Creencias, haciendo que ahora surjan las divisiones, las diferencias, las críticas, con lo cual también los nuevos lenguajes. La uniformidad mental lleva a una vida terrible, ahora, con la ideología única quebrada, las personas se contradecían, no se entiendan. Algunos dicen que aquí es donde nacieron los idiomas del mundo. Debido a la confusión mental que se originó, el lugar se llama ‘Babilonia’, de la palabra hebrea «bilbul», que es mezcla, confusión.
Otros dicen que Babel viene de «Puerta al Cielo», en idioma arameo, pues eso es lo que ellos querían construir con esa torre; pero finalmente cerraron para ellos las puertas del entendimiento espiritual por esclavizarse a los Sistemas de Creencias corruptos.
Finalmente, las personas se esparcen por todas partes, no se queden juntas, porque no toleran las diferencias que hay entre ellos.