Parashat Noaj 5768

Shabbat: Jeshvan 1, 5768; 13/10/07

Un comentario de la Parashá Noaj (Bereshit 6:9 – 11:32)
*El desarrollo de la humanidad*

¡Qué bueno es reencontrarnos para continuar estudiando Torá!
Cada vez que abrimos las fuentes de conocimiento y sabiduría de nuestra Tradición, estamos en ocasión de recibir excelentes enseñanzas, caminos de vida.

Como habíamos leído la
semana pasada, el Eterno creó el universo con todo lo que hay en él,
incluido el primer ser humano: Adam.

La joven humanidad tenía que construir su identidad casi desde cero.
Las cosas que hoy damos por «naturales», para ellos eran absolutamente desconocidas.
Ni técnica, ni tecnología, ni habilidades, ni conocimientos, ni inventos, ni descubrimientos, ni moral, ni ética, ni historia, ni religión, ni tradición, ni reglas de convivencia, ni artes, ni…
Aunque, contaban con algunos puntos a favor: su capacidad intelectual, sus instintos y tendencias, los Seis Preceptos Adámicos, el idioma hebreo primitivo, los fragmentos de sabiduría que Adam había logrado retener de su luminoso pasado, su intensidad espiritual, su ingenio y creatividad y poco más.

En este proceso de crecimiento de la humanidad pasaron diez generaciones, desde Adam hasta Noaj.

En estas generaciones cometieron muchos errores, lógicos cuando los vemos en perspectiva, pues ellos estaban en un proceso novedoso y trabajoso de crecimiento.
Como niños pequeños caminaban vacilantes, tropezaban a menudo, se lastimaban torpemente, actuaban con imprudencia e ingenuidad, se violentaban en vez de dialogar y encontrar maneras razonables para solucionar sus diferencias, se empecinaban para conseguir sus placeres, les faltaba descubrir las bellezas de la naturaleza y del prójimo.
Como niñitos, egoístas, centrados en sí mismos, ciegos a las necesidades y derechos de otros.
Como niñitos, pendientes de su plano físico y creando los lazos que conforman su plano emocional, con todas sus facetas.
En resumen, como pequeñitos que aprenden a vivir por medio de vivir, sin buscar soluciones en libros, o atajos, o excusas.

Esto me hace acordar una anécdota muy interesante.
Cierta vez le preguntaron a un gran violinista, Yehudi Menuhin, a qué se dedicaba a sus 85 años de edad, con su vida realizada y plena.
El gran maestro respondió que nueve horas diarias las aprovechaba para practicar al violín.
El entrevistador no podía creer esto, ¿cómo el anciano experto iba a desperdiciar su tiempo practicando, si ya sabía todo lo que podía saber?
Y Yehudi le dijo: ¿cuándo uno deja de tocar para aprender y empieza a tocar de verdad?
Cuando uno toca el instrumento como aprendizaje, de hecho ya está tocando, quizás no con habilidad ni maestría, pero está ejerciendo el arte instrumental.
Cuando un maestro toca magistralmente, de hecho está practicando su arte.

Pues bien, así es como sucede con los niños pequeños, y sucedió con la primitiva humanidad.
Ellos aprendían a vivir mientras vivían.

Por supuesto que esto tiene sus ventajas, pero también sus problemas y tragedias, pues, no podemos estar inventando la rueda en cada generación, ni cada uno puede ingerir veneno para saber que eso es malo, ni podemos causar daño para darnos cuenta de que no es bueno hacerlo.
El tener una tradición, y un conocimiento previo, y libros y maestros, es un poderoso motor para avanzar con más fuerza y seguridad.
Como dijera un famoso científico (Isaac Newton): «Si he podido ver más lejos es porque soy un enano parado sobre los hombros de los gigantes que me precedieron».

Pasaron diez generaciones, y en la época de Noaj finalmente la primera etapa
de la humanidad culmina.
Un cataclismo indica el fin de una forma de vida y el inicio de otra.
el Diluvio universal marca al mundo y a la humanidad de manera indeleble, cerrando la puerta de la infancia.

El máximo exponente de aquel período fue Noaj, y por tanto se constituyó en el heredero de toda la fresca cultura humana y el encargado de ser su continuador.

Entonces se produce el segundo comienzo de la
humanidad.
En el paralelismo que hacemos con la vida del individuo, esta etapa se puede considerar como el de la edad escolar.

Cuando ya se cuenta con
un pasado, con una tradición, con enseñanzas y aprendizajes, pero todavía no se alcanza la madurez, ni la edad de la plena responsabilidad.

Noaj y sus hijos comienzan a poblar el mundo con sus descendientes, con los frutos de sus manos, con sus deseos y sueños, con sus actividades.
El mundo va tomando forma, se comienza a notar la presencia humana, que modifica lo natural, que impone su sello y personalidad.
La humanidad encuentra que el progreso social es deseable, que entre todos juntos se puede avanzar mucho más que por separado.

Por cierto tiempo se deja de lado el egoísmo para remar todos juntos hacia la misma meta.
Pero, la inexperiencia permite que surjan déspotas, dictadores demagogos que imponen sus propias agendas, abusan de la autoridad que han conseguido y corrompen a sus seguidores.
Al punto tal que lo que fuera unidad empieza a disgregarse.
Los ánimos se exacerban, las diferencias se hacen discordias, las diferentes perspectivas se enarbolan como banderas sectarias. La gente va abandonando la unidad general, para concentrarse en su propio grupo, en su secta, en sus amigos en tanto sienten a los otros como enemigos.
Se separan porque piensan diferente, creen diferente, quieren diferente.
Desarrollan ideas propias, opuestas a las de otros.
Hablan en códigos del grupo, que excluyen a los extraños.
El mundo se dirige hacia una nueva catástrofe, de índole diferente a la anterior, pero igualmente caótica.
La catástrofe de la discordia, de las segregaciones, de las comunidades que se cierran y ven a los ajenos como peligrosos o enemigos.

Son diez las
generaciones que pasan desde Noaj hasta el primer ser humano maduro
espiritualmente, quien fuera nuestro primer patriarca: Avraham Abinu.

Es recién con Avraham
que la humanidad entra a la edad de la responsabilidad, del compromiso,
de la madurez.

Esta historia es
similar a la vida personal, la de cada uno.
Pero Avraham es tema para futuras parashot.

¡Te deseo a ti y a los tuyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj!
¡Qué sepamos construir shalom!

Moré Yehuda Ribco

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Bueno.. en buena hora aparecio personas que fueron capaces de obedecer y no inventarse sus propios caminos. Tal vez esta generacion actual le debe la vida a esas personas; por que mas merito hemos hecho los gentiles para morir ahogados que para vivir en esta era.

cable

No entendi.

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