La Torá NO dice que la Revelación en Sinaí fue el 6 de Siván.
Ésta es una fecha que fue deducida y/o forma parte del conocimiento que se preservó en la Torá Oral y por ello lo sabemos con seguridad nosotros.
Lo que sí dice la Torá es que existe la mitzvá de celebrar una festividad, de carácter agrícola/espiritual, al día siguiente luego de terminada la cuenta de los 49 día del Omer.
Es Shavuot, obviamente, la cual no quedó identificada en la Torá con un día en particular en el calendario.
Mucho se ha planteado sobre esto, desde lo más exótico y absurdo (del estilo de esas “revelaciones” de gente extraña pero que se creen con propiedad para disertar acerca de nuestro patrimonio sagrado, tales como mesiánicos y otros idólatras),
hasta lo más elevado y que confiamos en su certeza, como son las enseñanzas de nuestros maestros.
De las explicaciones sublimes, veamos un comentario del sabio medioeval que recibe el apodo de “K’li Iacar” a Vaikrá/Levítico 23:26:
…Esto es así porque la Torá debe permanecer como nueva para cada judío, todos los días, como lo fue en ese día, cuando fue entregada en el Monte Sinaí.
Porque el Eterno eligió no anunciar explícitamente una fecha específica, ya que cada día debemos sentir como si en este mismo día la estuviéramos recibiendo en el Monte Sinaí…
La enseñanza del sabio es clara, pero me permitiré añadir un pequeño consejo más.
Cada día la Torá está siendo revelada, es “la voz” del Eterno y por tanto infinita y que no existe fuerza en el universo que la apague.
Está en cada uno de nosotros, judíos, abrir nuestros oídos, aclarar la mente y enfocar el corazón para recibirla, comprenderla y aplicarla en la medida de lo posible.
Cada instante es el indicado para ser los receptores de la LUZ, que históricamente fue anunciada en un momento determinado pero que es una esencia que no conoce de limitaciones.
El día que te abras a la Torá, en ese mismo día ella estará para ti.
Pero recuerda, no es de libre interpretación y su simple lectura no asegura un correcto entendimiento de la Palabra Divina.
Deberás encontrar al maestro judío, experto y conocedor, que te introduzca a sus enseñanzas y dosifique su LUZ para que tu recipiente no se quiebre y te pierdas de la senda a causa de las buenas intenciones pero sin sabiduría.
El maestro judío experto, en el contenido y en modos de transmitirlo, recordando que la faceta anímica es esencial para fortalecer las enseñanzas y el vínculo.
Por otra parte, cuando el gentil (no judío) quiera recibir instrucción de Torá (que es patrimonio y legado de los judíos), doblemente deberá obtener la guía personalizada y firme del maestro judío apropiado, que sepa de Torá, sepa de enseñarla y tenga bien en cuenta lo que es idóneo para la identidad espiritual del gentil, para que no provoque daños ni al extraño que busca su LUZ, ni tampoco ocasione lesiones a los hijos del Pacto o sus tradiciones.
Cada día es bueno para acercarnos a la LUZ del Eterno, pero siempre respetando nuestra identidad espiritual.
Los gentiles la que les corresponde, que es la noájica. Con su propio código dictado ANTES de la Torá, y que se expresa en los Siete Mandamientos para las Naciones.
Los judíos para conocer nuestra Torá, la que comenzara a revelarse en el Monte Sinaí y que contiene los 613 mandamientos para el pueblo judío.
Al profundizar en la Torá (judía o noájica, dependiendo de lo que somos) estamos haciendo explícito lo que ya está inscrito en nuestro código ético/espiritual, que viene incorporado de manera natural a nuestra NESHAMÁ (espíritu, Yo Esencial).
Todos los días la recibimos, sepamos aprovecharla.