La parashá da comienzo al libro que lleva su nombre, que en español es conocido como Deuteronomio.
Inicia con las siguientes palabras:
«Éstas son las palabras que Moshé habló a todo Israel al otro lado del Jordán, en el desierto, en el Arabá frente a Suf, entre Parán, Tofel, Labán, Hazerot y Di-zahab.»
(Devarim/Deuteronomio 1:1)
Han terminado 40 años de vagar por el desierto y los hijos de Israel ya se encuentran a un paso de la tierra de Canaan, en los últimos preparativos para entrar en la ella. Justo antes de entrar en la tierra, Moisés pronuncia sus últimas palabras al pueblo, inicia su largo discurso de despedida, que se prolongará por 36 días. Les recuerda los acontecimientos importantes que tuvieron lugar en el desierto y les da mandamientos y pautas para la nueva vida en la tierra de los antepasados.
En este repaso y ampliación, les recuerda cómo nombró jueces para ayudarlo a juzgar y dirigir al pueblo, y que se les conminó a que siempre siguieran por el camino de la justicia.
Les recuerda el pecado de los espías, cuando 10 de los 12 exploradores que fueron enviados a inspeccionar la tierra de santidad llenaron las mentes y corazones de la gente con terror y fantasías de fracaso. La gente se llenó de incredulidad, de dudas, de sus propias fuerzas y tristemente también de las de Dios.
Por lo cual, el pueblo fue castigado y debieron vagar hasta cumplir 40 años de exilio, siendo sus hijos e hijas, la generación de recambio la que pudo estar preparada para enfrentar los desafíos de la independencia en su tierra.
Moisés les recuerda los eventos que sucedieron con los pueblos que vivían dentro de las fronteras de la tierra, más allá del este del Jordán (los estados actuales de Jordania y Siria): por un lado, cómo no fueron a la guerra con el pueblo de Esaú, Moab y Ammón debido a la cercanía familiar con esos pueblos. Por otro lado, cómo pelearon y ganaron una batalla contra los dos reyes amorreos: Sehón rey de Hesbón y Og rey de Basán (los actuales Altos del Golán). Las tierras de los reyes amorreos que eligieron para sí las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Menashé como heredad, en lugar de su heredad en la tierra de Canaán. Luego de un fuerte diálogo, Moisés estuvo de acuerdo con ellos, podrían asentarse de ese lado del Jordán, pero solo después de que ayudaran al resto del pueblo en la conquista de la tierra de Canaan.
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