Entre “breslevianos”, “monoteístas originales”, “noajijudizados”, “DSsianos”, “noa-arushianos” y otros cuantos más que me es difícil clasificar, veo una gama casi sin fin de creencias tan diversas y complejas que es imposible no tildarlas de ridículas.
A ver, me explico: ¿Qué parte de la prohibición a la idolatría no se entiende?
O bien, ¿es necesario decir “amen”, “baruj hashem”, “emet”, “ds”, cumplir con fiestas judías, hablar con términos hebreos, repetir (y creer) lemas irracionales como aquel de que todo es para bien, etc, para cumplir la prohibición de blasfemar?
Si la prohibición de la idolatría es “prohibido adorar a dioses que no son dios”, ¿Qué hacen esa manada de personas siguiendo a rabinos espiritualoides, cuyas enseñanzas están cargadas de la Ilíada y otras mitologías?
A ver, si la prohibición a la blasfemia es “prohibido blasfemar a dios”, ¿Qué rayos hacen esa manada de gente hablando con “hebrañol” (mezcla rara del hebreo transliterado y español)?
Pareciera que nadie se detiene un minuto en su triste existencia, para preguntarse qué es dios. Si, así como lo leen: ¿Qué es dios?
Si dejáramos de lado las propias creencias, y reflexionáramos objetivamente sobre la palabra “dios” como un concepto social, podríamos más o menos decir que representa el ideal más alto que ha tenido el hombre de toda época y de toda sociedad
PERO, a la hora de intentar conocer/ejecutar/materializar/vivir ese ideal alto que tiene el hombre es donde parece perderse en el dogma y la doxa.
Terminamos adorando a cristos, vírgenes, budas, semidioses, rabinos, barbas, gorros; haciendo malabarismos teológicos-metafísicos para justificar que es bueno decir “baruj ds hashem emet ve amen”, y cuanta voltereta imaginativa sea posible.
¿No será hora ya de intentar volver a lo básico, a lo netamente humano? Es decir, abstenerse de toda idolatrización y de toda blasfemia como el mecanismo primigenio y primordial para la materialización y experimentación del ideal mas alto?
Es que, quien se detuviera exclusivamente en la pregunta “¿qué es dios?” y no encuentre una respuesta para sí, y tras de eso estuviera consciente que tiene prohibido idolatrar y blasfemar, abandonaría tanto grupejo seudo noajida que están pululando en las redes sociales, para existir con más cuidado.
Pero volviendo a lo básico, quien se dice ser noajida consciente sabe que sobre él están las prohibiciones, y que las prohibiciones son para él. A ver, lo voy a repetir: quien se dice ser noajida consciente sabe que sobre él están las prohibiciones, y que las prohibiciones son para él.
¿Qué parte de las preposiciones “sobre” y “para” no se entienden para que se ande en manada detrás de “show mens” de espectáculos judaicos, que muestran como se debe adorar/decir/rezar/hablar de dios?
Antes, se debería anteponer las prohibiciones a la hora de escuchar, leer, visitar, o ver lo que tienen que decir aquellos que están hablando sobre la espiritualidad.
Luis Diego Pérez Chacón.