La Esperanza es un valor que los noajidas rápidamente devaluamos debido a factores bien identificables: al egoísmo (mi salvación, mi solución, mi ayuda, etc), al propio sistema de creencias (dios me auxilia, me liberta, me sostiene y me soluciona), y a nuestro idioma religioso (amén, hashem, B’H, Toda Raba, Haleluyah, EMET, Hitbodedut, emuna, etc)
La Esperanza (reducida, alterada y contaminada por esos factores) nos es imposible concretarla en nuestra vida; sacarla de concepto abstracto para hacerla real con actos y acciones concretas. Sea que otros nos ocupen para que ambos la expresen corpóreamente, o se materialice con palabras de aliento o alguna ayuda, o con la simple presencia de una persona se sienta fortaleza en el ambiente.
Esa es una diferencia clara entre una Esperanza abstracta y una concreta. La primera no sale del mundo de las ideas y tiene un objetivo (dios por ejemplo); la segunda se concreta entre personas no aisladas y tiene valor por sí misma. El noajida que Construye Shalom – porque sabe que el mundo le necesita (y no dios), que la existencia le pide a gritos su auxilio para que no deje sin sentido la existencia – fraternizará con todos y todo, y sentirá el poder esperanzador y lo verá concretizarse.
Comprométete. Ya no tengas esperanza, se tú mismo la semilla de la esperanza y siémbrate a ti mismo en las circunstancias y en las personas con ayudas, con aportes, con tu presencia, y contempla como ese ÁRBOL nace y se robustece.
(En merito de mi amigo Efraim, de Bendita Memoria. Que su recuerdo y su nombre lo evoquemos también sus amigos. Sean llegados los debidos respetos a toda la familia Ribco.)