Algunas posturas acerca de los milagros

En pocos días celebramos nuevamente Pesaj, como desde hace 33 siglos y pico.
Recordamos y revivimos varias cosas.
Muchas vinculadas con MILAGROS.

A lo largo de las generaciones fueron varios los que procuraron dar respuesta a la irrupción de estos hechos maravillosos en la realidad.
Mencionemos algunos.

1- Está la antigua postura de Aristóteles, que sigue en vigencia para muchas personas, que sostiene que no existen milagros. Desde esta perspectiva hubo una deidad creadora o tal vez formadora del universo, el cual luego de acabar su labor se desconectó del mundo. Es como un pintor que terminada su obra ya no la modifica, e incluso ni siquiera le presta atención.
Para los adherentes a esta idea los milagros son falsedades, cuentos, deseos de la gente que quiere creer.

2- Está la postura que sostiene que todo es milagro. Es una posición típicamente jasídica y cabalística, en la cual no se reconoce un mundo regido por leyes naturales, sino un mundo que depende constantemente de la Divina Voluntad.
Cuando todo es milagro no hay espacio para el libre albedrío, no tiene sentido la retribución del Eterno por nuestras conductas, ni tiene sentido esforzarse por ningún asunto, ya que solamente se debe esperar en el Eterno, confiar en Su merced.
Por supuesto que esta doctrina no es la clásica ni la mayoritaria dentro del judaísmo, el cual enseña que no debemos vivir pendientes de que ocurra un milagro, sino que debemos hacer todo lo que está a nuestro alcance para perfeccionar y/o rectificar el mundo. Ser socios del Eterno y no meros receptores de favores que nos terminan por anular.

3- Está la postura Maimonidea, asentada en la Tradición, que explica que el Eterno al crear el universo también instauró las leyes naturales. Sin embargo, también pautó ciertas excepciones a las leyes, lo que no las quebrantaría, sino tan solo serían interrupciones codificadas de antemano. Esto es posible porque el Eterno existe en su perfección por fuera del universo creado, sin tiempo ni espacio. Él conoce absolutamente todo, de todos los momentos. En el punto de la creación no desconocía lo que ocurriría en todas las épocas, por lo que marcó y guardó las excepciones desde mismo momento.
Añadido a esto, explica el sabio que la mayoría de los milagros no representan alteraciones de las leyes, sino un acontecimiento necesario y posible que acontece en el momento justo.
Lo milagroso no es por tanto algo sobrenatural, sino un evento marcado con la precisión perfecta.

El aspecto del preconocimiento del Eterno de todas las épocas y circunstancias podría representar alguna dificultad para explicar el ejercicio del libre albedrío, si hay o no destino, pero no nos dedicaremos a esto en este momento. Solamente te pido que confíes en mi palabra de que esto se puede comprender cabalmente.

4- La postura de Rabí Yehuda haLeví, entre otros exponentes, que sostienen que existe el mundo natural, con sus leyes establecidas por el Eterno, leyes que Él mantiene y respeta, pero que no se restringe a ellas. Cuando Él, de acuerdo a Su Voluntad decide incursionar en la realidad, realizar un milagro, lo hace.

Hasta aquí esta breve enumeración.
Me gustaría plantearte un ejercicio para la noche del Seder de Pesaj, que trates de vincular estas cuatro ideas al respecto de los milagros con los cuatro hijos que la Torá enumera y que recordamos en la Hagadá.

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