Por alguna causa, hay personas que se sienten culpables de disfrutar de aquello que les pertenece y tienen permitido.
Se disculpan por haber obtenido esa posesión, se sienten culpables por estar gozando de algún pequeño placer o beneficio.
Realmente se sienten así, no solamente lo actúan para «quedar bien» con otros, aunque… ¿qué sentido tendría pedir perdón por estar pasándola bien y «quedar bien» con otra persona negando que se esté disfrutando?
No sé si te pasa o si conoces gente a la que sí, porque si no te pasa o conoces, quizás te cueste creer que haya gente así; o lo crees porque te parece posible.
Como sea, es más frecuente de lo que parece, esta angustia del que disfruta. Y… NO, no está bien apenarse o angustiarse por disfrutar de aquello que es lícito y te pertenece.
A no dudarlo que la educación recibida es un gran componente en la aparición de esta condición psicológica.
Desde algún adulto que le hacía sentir culpa al niño por estar gozando, hasta algún agente religioso que le inculca la aversión a las «cosas terrenales».
Pasando por todos esos corruptos endiosados, como el tal Pepe Mujica, que evangeliza en contra de lo que él llama consumismo y pregona llevar una vida de miseria y vagancia, pero libre de sentirse culpable por tener un sano deleite.
Por supuesto que es posible trabajar esta condición y alivinar el peso en el alma de quien la padece, así como la molestia que suele generarle a quien le rodea.
También es bueno recordar que los verdaderos maestros espirituales, por lo general, alientan el disfrute de lo permitido y saludable, pues es una sana manifestación de equilibrio y cordura espiritual. Si bien la Ley Espiritual pone ciertos límites, declarando prohibido aquello que en principio no pareciera serlo, sin dudas que hay alguna sana motivación detrás de ese límite y es sano conocerlo y respetarlo.
También es cierto que algunas veces es necesario negarse el goce de lo que en otras circunstancias disfrutaríamos, por ejemplo cuando estamos sufriendo de algún desequilibrio (físico, emocional, social, mental o de conciencia espiritual) y por tanto la privación momentánea es con intención terapéutica, correctiva, y no meramente de hacer el «santo» a ojos de los demás, o por creerse un «santo» por vivir en la negación del placer.
En resumen: disfruta de lo permitido y aléjate de lo prohibido, y no te impongas restricciones por creerte más santo que los demás.
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