De pronto, te ves envuelto en una situación de impotencia.
Algo no sale como quieres, o sientes el caos que te rodea, o provocaste un incidente negativo, o cualquiera de las otras ocasiones que a cada instante te generan sentimiento de impotencia.
No es fácil mantener la paciencia, la calma, la firmeza, el sentido de poder.
De hecho, de manera automática brota el impulso a gritar, a llorar, a golpear, a escapar de la situación.
Como un repentino remolino que nos envuelve y trata de arrastranos, es la irrupción espontanea del caos violento.
Sin embargo, en un espacio y tiempo dentro de ti existe la LUZ,
una LUZ poderosa,
que está unida al Todopoderoso,
que es de vida y plenitud.
Puedes permitir que esa LUZ fluya y alumbre,
que las sombras se corran y que sientas fuerza, bienestar, orden inspirador.
No viene de fuera el bálsamo redentor,
sino de aquello más auténtico que eres.
De esa porción intocada e intachable que eres.
Confía en el Todopoderoso,
abrázate a Él,
despliega tus alas de LUZ,
no te dejes atrapar por las redes del caos,
permite que lo que no puedes controlar fluya sin arrastrarte al fango,
en tanto haces tu parte, aquella que realmente está en tu dominio.
La impotencia seguirá existiendo,
atravesarás males tormentosos,
el mal te golpeará,
seguirás padeciendo de las injusticias provocadas por los desviados,
cometerás errores,
sí, la impotencia se mantendrá presente.
Pero tu respuesta será de vida, de LUZ,
en tanto recuerdes que eres de LUZ.