La NESHAMÁ nos une.
El EGO nos divide.
El idioma del espíritu es el AMOR, representado en la voluntad de DAR con bondad generosa, sin segundas intenciones, sin esperar nada a cambio; porque es poder genuino.
El lenguaje del EGO está basado en la voluntad de RECIBIR de manera egoísta, cerrada a consideraciones, despótica, en procura de obtener poder estando inmerso en la impotencia.
Sin embargo, el amor sin límites agobia a quien lo recibe, dejándolo en dependencia, sometiéndole al sentimiento de impotencia. Por lo cual, el amor que todo lo da y no recibe en cambio, no es bueno, requiere de limitación, de alguna forma de reciprocidad. Por ello, es imperiosa la justicia, que pone coto a la bondad y con ello permite que el receptor no sea solamente pasivo sino también un ente activo, y por tanto que manifiesta poder.
Tenemos pues que la plenitud del hombre (de todo lo creado en realidad), al menos en este mundo, se encuentra en el equilibrio dinámico entre bondad y justicia, tal es la manera de proveer SHALOM, que es plenitud, completitud, y por tanto paz.
Aquellos que proclaman la negación del juicio, están abogando por un mundo de dolor, de venganza, de trastornos, de impotencia, desprovisto de amor.
Aunque su intención sea bondadosa, llena de buenos deseos, no se puede desarrollar una existencia saludable si se carece de juicio, el cual lleva a la justicia.
Empleamos el juicio a todo momento, pues es la capacidad de evaluar racionalmente y tendiendo a la imparcialidad.
Cuando escogemos comer una ensaladita en lugar de papas fritas, juzgamos por gusto, moda o quizás lógicamente procurando una nutrición saludable.
Cuando adquirimos un producto, es aconsejable basarse en el juicio racional, para no sufrir luego a causa de una elección emotiva, apresurada, condicionada por factores perjudicales.
Supongo que no precisamos abundar en más ejemplos pues ya está suficientemente comprendido el punto.
Siendo así, ¿cómo hay gente que insiste en abolir el juicio en las relaciones interpersonales? Y para peor, hacerlo supuestamente por causas espirituales, como si de Dios únicamente fuera el juicio y de nosotros la dependencia pasiva.
Probablemente la respuesta la podamos encontrar en la ignorancia de los que proponen esto.
Pero también, podría deberse a un intento por manipular a la gente. Al prohibirse el uso del juicio se deriva rápidamente en impotencia, lo cual hace aflorar el EGO.
Ahora bien, es imprescindible que recordemos que no es correcto juzgar a la persona, sino solamente sus acciones. Cuando hay un patrón sostenido de conducta, podríamos prever un acto futuro a partir de las evidencias previas, y sin embargo tampoco en ese caso podemos estar por completo seguros de que ocurrirá de acuerdo a lo previsto. Igualmente, ser precavidos es parte de emplear el juicio de manera razonable y provechosa.
También resulta oportuno tomar en consideración al otro en su totalidad, no solo en esa acción, o conjunto de acciones. Por lo cual, mantener su dignidad, respetarle, conducirse con ella de manera que construya SHALOM y no lo contrario.
Recordemos, bondad y justicia, ambas en un balance dinámico.
Obviamente que construir barreras prejuiciosas son impedimentos para el SHALOM.
En ese caso ni siquiera hay un juicio sobre la persona, sino un pre-juicio, por tanto, el sistema de creencias funcionando y usurpando la tarea que corresponde a la decisión intelectual.
A menudo caemos en trampas del EGO, porque afirmamos juzgar hechos, pero en realidad estamos agrediendo al otro y usando algunas piezas de información para armar una justificación.
Por lo cual, es imprescindible ser mesurado en el juicio, para desterrar las piruetas del EGO en busca de someternos.
No es necesario ni beneficioso andar buscando los errores del otro, ni señalando inútilmente sus defectos, ni ver cómo disfrazar nuestra envidia para que resulte menos molesta.
Resulta muy frecuente que expongamos al otro para de cierta forma sentirnos superiores, ¿no es eso EGO en lugar de SHALOM?