Para criticar al otro
encuentras tiempo, energías, interés, atención, intención.
Sea que estés buscando marcar los errores, con el fin de que avance;
o que estés queriendo sumergirlo en sentimientos de impotencia, para así quizás sentirte más poderoso (sin serlo, realmente por ello).
Pregunto:
¿qué pasaría si emplearas todo esa enorme cantidad de recursos para elogiarlo cuando corresponde?