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Me topé el otro día con esta ingeniosa y muy provechosa frase: «Un cumplido ganado no cuesta nada, pero sus recompensas son incalculables. Muy humanamente, cuando nos dan un cumplido, cuando se aprecian nuestros esfuerzos, la mayoría de nosotros generalmente nos esforzaremos por hacerlo aún mejor en el futuro. ¡Qué retorno de la inversión de entregar unas pocas palabras de elogio ganadas!«.
Enseguida me llevo a la reflexión sobre cómo un cumplido genuino y sincero puede tener un gran impacto en las personas.
Es impresionante el poder del agradecimiento genuino, el reconocer al otro, el aceptar con humildad la mano que se nos ha tendido.
El autor de la frase, G. Kingsley Ward, fue un empresario, consultor y autor estadounidense. En su carrera profesional, se especializó en el desarrollo de liderazgo, la gestión del cambio y la mejora del rendimiento organizacional.
Mientras seguía pensando este genial consejo, lo relacioné con habituales enseñanzas del rabino Sherky, quien enfatiza la importancia de la gratitud y el reconocimiento en nuestras relaciones interpersonales. Según el rav Sherky, y continuando la larga cadena de sabiduría que él compone, expresar nuestra apreciación hacia los demás no solo mejora su autoestima y motivación, sino que también fortalece nuestros lazos y fomenta la generosidad y la reciprocidad. Es decir, no solamente que no perdemos nada al reconocer al otro genuinamente, sino que terminamos ganando y multiplicando nuestro beneficios.
¡Sí, hasta por egoísmo vale la pena ser agradecido!
Tendamos en cuenta la importancia de reconocer y agradecer los esfuerzos y logros de los demás. Un cumplido sincero no solo es una muestra de cortesía y respeto, sino que también puede inspirar y motivar a las personas a seguir mejorando. Al cultivar una cultura de gratitud y reconocimiento, podemos mejorar nuestras relaciones y contribuir a crear un mundo más positivo y generoso.
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