En unión para la Revelación
En nuestra parashá se narra el más importante acontecimiento desde la Creación (y que hasta la actualidad no ha sido superado): la Revelación del Eterno a Israel en Sinaí, con la consecuente entrega de la Torá.
En los instantes previos a este magno e irrepetible episodio, la Torá nos dice que:
"Y partieron de Refidim y llegaron al desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel frente al monte.
Entonces Moshé [Moisés] subió para encontrarse con Elokim, y el Eterno lo llamó desde el monte, diciendo: -Así dirás a la casa de Iaacov [Jacob] y anunciarás a los Hijos de Israel…"
(Shemot / Éxodo 19:2-3)
Por supuesto que muchas son las enseñanzas que emergen de este párrafo, pero detengámonos en verbos y conjugaciones.
En el mismo versículo se nos indica que: "acamparon… y acampó".
"Acampar" está conjugado en plural primero, pero luego en singular, tal como si Israel hubiera logrado alcanzar un grado de perfecta unidad, de actuar como una única entidad.
En palabras de Rashi: "eran como una persona, con un corazón".
Al salir de Egipto eran personas amuchadas, pero con su corazón en soledad. Estaban juntos en cuerpo, pero separados en mente, emociones y espíritu.
En este momento se convierten (al menos por un instante) como en una sola persona compuesta de miles de individuos. Dejan de lado la soledad, para gozar de la solidaridad.
Permítanme que les comente un aspecto lóbrego de nuestra existencia terrena.
La soledad humana es un estado perenne.
Desde que nacemos hasta que morimos, estamos en soledad. Aunque nos rodeen un millón de personas, aunque vivamos abrazados, aunque conversemos hasta que se nos canse la lengua, el hecho cierto es que permanecemos en soledad.
El otro sigue siendo otro, aunque inventemos un delirio de a dos y nos convenzamos de que somos un solo ser; aunque afirmemos que si nos falta el otro, no somos nada.
La verdad es que la soledad, así como la muerte, son presencias ineludibles en nuestra vida.
Pero, es posible hacer que estas lúgubres presencias no tengan fuerza en nuestra vida.
Para no estar paralizados de terror por la figura de la ineludible muerte, lo que podemos hacer es: VIVIR. Aprovechar cada segundo de vida para gozar de lo permitido, y que este goce esté colmado de sentido, de unión con lo trascendente, de valor. Que no estemos pasando por la vida, sino viviendo. Que nos deleitemos, pero a la vez que hagamos lo posible para compartir el bien.
Tal como dice el Predicador:
"Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos no saben nada, ni tienen más recompensa, pues la memoria de ellos es puesta en el olvido.
También han desaparecido su amor, su odio y su envidia. Ya no tienen parte en este mundo, en todo lo que se hace debajo del sol.
Anda, come tu pan con gozo y bebe tu vino con alegre corazón, porque tus obras ya son aceptables a Elokim.
En todo tiempo sean blancas tus vestiduras, y nunca falte aceite perfumado sobre tu cabeza.
Goza de la vida, con la mujer que amas, todos los días de tu insignificante vida, que Elokim te ha dado debajo del sol; porque ésta es la porción de tu vida y del duro trabajo con que te afanas debajo del sol.
Todo lo que te venga a la mano para hacer, hazlo con empeño. Porque en el Sheol, a donde vas, no hay obras, ni cuentas, ni conocimiento, ni sabiduría.
…
La conclusión de todo el discurso oído es ésta: Teme a Elokim y guarda Sus mandamientos, pues esto es el todo del hombre.
Porque Elokim traerá a juicio toda acción junto con todo lo escondido, sea bueno o sea malo."
(Kohelet / Predicador 9:5-10; 12:13-14)
Si vivimos de esta manera, apartamos el recuerdo de la muerte que nos congela, que nos mata en vida; y pasamos a dar sentido y provecho a nuestro peregrinar por Este Mundo.
Ahora, en cuanto a la figura ineludible de la soledad, ¿qué podemos hacer para espantarla?
Para responder, regresemos al tema de los verbos con que comenzamos este comentario.
"Acampó" está dicho en el texto original como "vaijan", de la que surge "majané", campamento.
Esta palabra se asocia directamente con la voz "jen", que significa: bondad, afabilidad, amabilidad, benevolencia, benignidad, buen corazón, delicadeza, dulzura, humanidad y ternura.
Es decir, cuanto tenemos jen, buen corazón hacia el prójimo, cuando actuamos con genuina bondad hacia el prójimo, cuando la caridad y misericordia son nuestros patrones de conducta, entonces somos capaces de formar un majané, un campamento integrado.
En la mishná aprendemos:
Rabán Yojanán ben Zakai les dijo a sus cinco discípulos: salgan y vean cuál es el sendero recto al que debe apegarse el hombre. Rabí Eliézer dice: Tener un ojo bueno. Rabí Yehoshúa dice: Tener un buen amigo. Rabí Yosi dice: Tener un buen vecino. Rabí Shimón dice: Quien prevé las consecuencias. Rabí Elazar dice: Tener un buen corazón. Él les respondió: Veo mejor las palabras de Rabí Elazar ben Araj que las de ustedes, pues dentro de sus palabras están incluidas las de ustedes.
(Avot 2:8)
El que tiene buen corazón, jen, entonces también: tiene capacidad para ver con bondad a su prójimo, por su clemencia tiene buenos amigos, por su solidaridad tiene buenos vecinos, y actúa con sabiduría.
A partir de esto, R. Itzjac de Vorki nos enseña que los israelitas fueron benevolentes unos con otros, y de esa manera hallaron la benevolencia del Eterno.
Cuando fueron humildes, al punto de aceptar al prójimo, estuvieron capacitados para "acampar juntos", actuar con bondad y recibir la Revelación.
Como enseñó el Rav Ierujem Levowitz: el amor auténtico por el prójimo, la actividad en pro del bienestar general, y la humildad, son los prerrequisitos básicos para recibir íntegramente la Torá.
Cuando el otro deja de ser un ajeno, para ser alguien que auténticamente es respetado y amado, solamente por ser como yo, a imagen y semejanza del Eterno, en ese momento es que la Torá resplandece en nuestro ser.
Unámonos a nuestro prójimo, seamos caritativos, solidarios, no caigamos en juicios imprudentes, desarrollemos nuestro buen corazón, y entonces venceremos a la soledad, venceremos a la muerte y principalmente la Luz de la Torá nos hará resplandecer.
¡Les deseo a usted y los suyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj!
¡Cuídense y gocen de lo permitido para qué sepamos construir shalom!