La conciencia e independencia del espíritu descarnado

Los otros días volvimos a explicar un poco el tema de la eternidad del espíritu personal.
Recomiendo leer y estudiar los links que dejamos en la frase previa.

Ahora al joven y querido amigo le surgieron otras interrogantes, muy válidas y acuciantes:

1- ¿El alma de aquel que murió es «consciente» de alguna manera?
2- ¿El alma «está» independientemente de nosotros?

Son preguntas que tienen respuestas en la Tradición, aunque no sea posible -al menos hasta el momento- comprobación científica alguna.
Por tanto, dependen de creer a partir de razonar y confiar con apego a la Tradición.

Antes de responder, recordemos que desde hace unos años usamos ESPÍRITU para traducir NESHAMÁ, que sería a nuestro entender la mejor manera de referirnos a esa esencia que nos antecede, nos hace y nos sucede en la eternidad. En las obras de diversos sabios se usa a veces alma como sinónimo de espíritu; a veces son intercambiables, a veces son exactamente lo contrario a lo que definimos hace años.
Pero, para ser coherentes con la línea que venimos siguiendo desde hace unos años, recomiendo que allí donde el amigo puso “alma”, leamos “espíritu”; lo mismo cuando en el texto de mi autoría que copiaré más adelante.

1- Para responder a esto, repito algo que publiqué hace muchos años, si queda algo dudoso son bienvenidas las preguntas.

Cuando el alma parte del cuerpo, en un primer instante el espíritu se encuentra desorientado, pues durante el lapso de su vida terrena estaba habituado a una manera corporal de funcionar.
De pronto, el espíritu descarnado no sabe cómo manejar la realidad que le circunda (que suma pasado y presente indistintamente) y que llega sin los filtros que el cuerpo brinda. Es monumental la cantidad de información a la que puede acceder en estado descarnado, y se satura rápidamente el espíritu no acostumbrado a tanta Luz, como que se atemoriza por todo lo que “siente” y no sabe cómo manejar. Es como una persona que estaba en oscuridad profunda y prolongada, y de repente se encienden delante de sus ojos focos intensísimos que le hacen enceguecer por unos instantes, y le confunden y producen cierto malestar (Cuanto mayor compromiso hacia el estudio de Torá y cumplimiento de los mandamientos durante la vida, cuanta mayor bondad contenga la memoria perpetua de la persona, más rápidamente percibe el grandísimo placer que destila esa nueva percepción, esa Luz. Así, una persona de bien encontrará gozo casi instantáneo en ese nuevo estado de existencia).

Ciertamente que este estado de pesadumbre pasa al poco tiempo, pero es tan fuerte el impacto que el espíritu busca refugio en un asilo conocido: su cuerpo.

Pero, cuando la muerte está sentenciada y cumplida, el espíritu ya no puede regresar a su cuerpo. Por lo cual, el espíritu “sobrevuela” entorno al cadáver de lo que hasta hacía un rato conocía como su “yo” (Por supuesto que esta es una imagen metafórica, pues en realidad el espíritu no vuela ni se encuentra en este mundo material. Quizás lo pueda entender mejor con la imagen de alguien que ha partido pero dejó encendida una cámara  en su casa que le trasmite imágenes de allí. La persona no se encuentra en torno a la casa, pero mantiene un contacto y un interés).

En su estado de percepción mejorada, el espíritu distingue con precisión todo lo que está aconteciendo alrededor de su cuerpo, y en las inmediaciones; y en cierta manera sintoniza con los sentimientos y emociones de los que se vinculan con el cadáver.
Por ejemplo, cuando el espíritu de un padre observa el dolor de sus hijos, por supuesto que se apena, pero al mismo tiempo encuentra consuelo, pues reconoce que su obra no ha sido en vano, que ha vivido en verdad y ha dejado una buena herencia: hijos que lo aman y mantienen ese amor a pesar de que el padre ya no puede retribuirles materialmente ese sentimiento.

Es esta proximidad del espíritu al que fuera su cuerpo uno de los motivos por los cuales se debe ser sumamente respetuoso y honorable con el occiso, puesto que no solamente es la imagen y semejanza de Dios, sino también para no causar malestar al espíritu descarnado.
Imagínese el dolor para el espíritu de la tía difunta que atisba a sus sobrinos repartirse las alhajas y propiedades incluso mientras su cadáver aún sigue tibio.

Algunos espíritus descarnados intentan comunicarse con sus deudos, hacerles llegar un último mensaje, un pedido, un consuelo. Por supuesto que esto no es percibido por los que estamos con vida, puesto que ya no compartimos con los difuntos un mismo plano de interacción. Sin embargo, algunas emociones o inspiraciones surgen de una percepción muy tenue de ese mensaje del difunto (A veces los animales domésticos tienen mayor percepción de esto, pero por favor, no ingresemos en estados de delirio o búsqueda desesperada por conectarnos con el otro lado, pues es un asunto que Dios terminantemente prohíbe).

El espíritu suele acompañar a su cuerpo hasta la tumba y permanece todavía allí por unas horas o días más. Por supuesto que si ve que sus deudos siguen interesados en su bienestar, por ejemplo cuando recitan el Kaddish en su honor, o cuando dan dinero a buenas causas en memoria de él, su espíritu recibe como una especie de bálsamo que mitiga cada vez más la turbación y lo va preparando para el pasaje hacia el Mundo de la Verdad, el Más Allá.

Pero, cuanto mayor ambición materialista tuvo en vida, más difícil para el espíritu partir y aceptar la sentencia. Para algunos es terrible el dolor momentos antes de elevarse definitivamente al Plano Espiritual, cuando percibe a su cuerpo en corrupción mortal, siendo que en vida le había dado tanta preeminencia sobre otras cosas (esta es otra faceta de lo que se llama “infierno”).

Finalmente el espíritu es conducido hacia “el otro lado”, hacia un mundo de recolección y gozo de los frutos que ha sembrado en vida. Un mundo de reencuentros, pues vuelve a encontrar a aquellos seres queridos que ya habían muerto, un encuentro de profunda espiritualidad. Un mundo de Verdad, en donde la Luz no hace sombras…

Dicen los que saben, es decir, los Sabios sostenes de la Tradición, que al llegar a la Corte celestial se nos hacen tres preguntas:

  1. ¿Fuiste íntegro-honesto?
  2. ¿Marcaste tiempos para el estudio de Torá y los respetaste?
  3. ¿Tuviste esperanza en que el Mundo puede ser un mejor lugar?

Añado a lo que copié, que la Misericordia Divina procura que el espíritu del inocente no padezca injustamente.
Así pues, en ocasiones el Eterno tiende un manto de inconsciencia, una niebla en la percepción, un recuerdo iluminado por obra de la Misericordia Divina para cubrir imágenes y memorias que afectan injustamente al espíritu del fallecido. Él es el Juez justo pero también misericordioso, el cual atiende para que no se sumen injusticias a las injusticias. Por lo cual, en aquella inmensidad de información que inunda al espíritu descarnado, Él proporciona lo que calma, apacigua, embellece y extingue el sufrimiento innecesario por injustificado.

2. Sí, el espíritu es independiente de nosotros cuando ya se ha sumergido en la Fuente de Vidas, integrando su NESHAMÁ el caudal de la NESHAMÁ universal.
Sin embargo, y como también hemos enseñado: Según algunos sabios, también las acciones de las personas allegadas al difunto tienen repercusiones en la ascensión o descenso de categoría de su alma.
Por lo cual, la manera judía de relacionarse con el fallecido es predicando buenas acciones, cumpliendo mitzvot, estudiando Torá, haciendo todas las acciones que elevan nuestras almas, y por ende, sirven como mérito para el alma de la persona que habiendo partido de este mundo, ya nada puede hacer. 
Las influencias que el difunto ha dejado en Este Mundo sirven también como defensores o acusadores ante el Eterno. Por ejemplo, cuando el hijo hace Kaddish por su padre, el Eterno lo considera a favor del difunto.
Cuando se hace obras de caridad, tzedaká, etc. en nombre del difunto, también se está proveyendo de un bálsamo o de mayor elevación al espíritu de aquel que ya nada puede hacer por sí mismo.

Pero, además, al estar la NESHAMÁ en posesión del conocimiento universal, de acuerdo a su grado de refinación, es muy probable que se sepa perfectamente que está sucediendo aquí y ahora; aunque sumido en la infinitud de la información que se atiende.

Para finalizar, todas estas son cuestiones que deben ser tomadas con mucha precaución y mejor afincarnos a vivir en este mundo como constructores de SHALOM, que es estar actuando/pensando/hablando desde la Bondad Y la Justicia, con lealtad a Hashem.

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Jonathan Ortiz

Inpresionante Moré. De todo el texto me quedo con una idea, y es que mientras que estemos aqui debemos hacer actos de bondad hacia otros, para que luego esos otros hagan actos de bondad a nombre nuestro, quizas algo tipo «te ayudo porque tu papá en vida me ayudó a mi».

Gracias

Jonathan Ortiz

Si, este texto da para mucho.

Hay 2 artículos que vale la pena asociar a este, y que responden mucho a la crisis de no encontrarle sentido al hecho de perder la consciencia tras la muerte:

http://serjudio.com/personas/etica/memoria-y-conciencia-tras-la-muerte

http://fulvida.com/2013/10/31/inmortalidad-y-alma-aryeh-kaplan/

Aunque cualquier especulación que se haga debe de estar con la advertencia de que nosotros los humanos existimos en una dimensión de la realidad muy limitada. Y al menos nosotros que no tenemos una tradición (al menos como la de los sabios judios) tenemos más límites que, con humildad, reconocer.

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