Cuando Iaacov se encuentra con Esav, entre otras cosas que hace para congraciarse, le ofrece regalos caros y variados.
Esav, al principio se niega cortésmente y le dice:
«Yo tengo mucho»
(Bereshit/Génesis 33:9)
Pareciera ser una buena cualidad del hermano del patriarca, rehusar los obsequios, siendo que se sentía poseedor de lo suficiente.
Sin embargo, los Sabios hacen notar con su aguda fineza un importante detalle, al comparar con lo que pocos segundos después dice Iaacov:
«Elohim me ha favorecido, porque tengo todo.»
(Bereshit/Génesis 33:11)
Uno dice tener mucho, en tanto que el otro dice tener todo, porque es el Señor quien así ha querido.
A primera vista, como que no hay mucha diferencia.
Pero, la hay y es importante.
El que considera que nada le falta, que con lo que posee está bien y es todo lo que le corresponde hoy, entonces no se angustia con sentimientos de carencia, no se amarga con su porción actual, no envidia, no se asfixia con la resignación. En lugar de ello acepta y se conforma, que no es significa que no quiera más y mejor, pero no le quita el sueño aquella porción que hoy no le ha tocado.
Cuando Iaacov considera que tiene todo, no se debe a que actualmente poseía un considerable grado de riqueza.
Sino que reflejaba su visión de la vida que era consistente independientemente de su situación personal.
Ese «todo» está hablando de su perspectiva acerca de las posesiones y del disfrute, más que de un conteo de sus propiedades.
Como en el viejo ejemplo que suelo usar del arroz.
Hoy tengo solo arroz para comer, pero me gustaría tener pollo con arroz.
¿Acaso por ello voy a estar de malhumor y despreciar al pobre arroz blanco?
¡No! Lo agradeceré, bendeciré sinceramente por él, lo disfrutaré, estaré feliz y sintiendo que esto (poco o mucho) que hoy tengo es el todo para mí en este momento y circunstancia.
¿Negaré con está aceptación y conformismo mi deseo de progresar y gozar de otras cosas?
¡No! Trabajaré para alcanzar las otras cosas, pero no me desviviré por ellas, no despreciaré lo que tengo, no me sentiré miserable ni enojado con mi situación.
Estaré sintiendo que todo lo que tengo hoy es para que sea feliz, y seré feliz con lo que tengo.
Seré rico, aunque mi fortuna sea solamente un paquete de arroz.
Obviamente no es una cualidad que nazca naturalmente, ni se domina con escaso entrenamiento.
Hay que ir desarrollando paso a paso el atributo de la aceptación consciente y positiva, la conformidad saludable, rechazando el conformismo que revienta la salud y la estabilidad.
Esav está demostrando el comportamiento natural y animal de los seres humanos. Los placeres físicos y la riqueza material no proporcionan felicidad permanente, solo unos instantes a instancias de la dopamina que estremece al cerebro. Pero de a poco la excitación por el determinado placer, se extingue. La reiteración forma el hábito, también en la secreción de esta hormona. Por tanto, el beneficio material que hasta hace un rato te alteraba alegremente, ya no te perturba más. Precisas más y más estímulos. Por eso cambias de celular, aunque el tuyo sea terrible máquina; compras una tele con una pulgada más y un botoncito extra en el remoto; compras el auto 0km aunque el tuyo corra como una seda; buscas amantes (imaginarios o reales) para reemplazar a tu pareja y el lazo sagrado que les une; etc.
La dopamina secretada con el estímulo de ayer ya no se dispara con el mismo estímulo hoy.
Por tanto, se precisa un cambio de pensamiento profundo, una reforma de nuestro Sistema de Creencias, para lograr el estar contento sinceramente sin depender de lo material.
Podemos y deberíamos elevarnos por sobre nuestra naturaleza terrenal, para sintonizarla con la espiritualidad y alcanzar así una plenitud permanente.
La verdadera satisfacción de ser rico en todo.
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