Parashá Emor resumida 5782

La parashá trata extensamente los conceptos de impureza y pureza. Estas ideas se suelen comprender habitualmente de manera errónea, pues hemos estado inmersos en un océano de información ajena al mundo espiritual, que se ha introducido en nuestro pensamiento y lenguaje. Creencias que vienen del cristianismo, por ejemplo, se colaron en nuestro diario vivir y a veces pueden llevarnos a confundir conceptos que son propios de la espiritualidad, del judaísmo.
En esto de pureza e impureza tenemos ejemplos, pues, se entiende que puro es algo limpio, sagrado, sin mancha; en tanto que impuro es algo sucio, abominable, pecaminoso.
Pero, en su origen espiritual, puro e impuro significan completamente otra cosa.
En el mundo judío tradicional se entendió puro como aquello que está conectado a la vida, por tanto, la pureza es el grado de esa conexión.
Impureza, por consiguiente, es el grado de desconexión a la vida.
No implica maldad, ni pecado, ni algo detestable, ni malas conductas… nada que ver con eso, aunque por lo general se cree que tenga algún vínculo.
Es lo que sucede cuando dejamos que otras culturas permeen la nuestra, sin filtrar, sin cuidar nuestra herencia cultural.
Evidentemente, nos nutrimos de esos intercambios, crecemos al exponernos a otras ideas y creencias, al poder confrontar, aprender, dialogar, rechazar, aceptar, sumar, etc. Pero, siempre tendríamos que tener en cuenta lo que es nuestro y no permitir que aquello que es claro y sagrado, quede borroneado por creencias que distorsionan nuestra conciencia espiritual.
Podríamos continuar analizando este aspecto, pero sigamos con la parashá.

En el pasado, cuando el servicio del templo del Eterno estaba en funciones, era imprescindible estar al tanto del estado de pureza en el cual uno se encontraba, pues de ello dependía si se podía concurrir al monte del templo.

De hecho, actualmente se toma en cuenta también para que los judíos no accedan al monte del Templo, a la zona donde efectivamente se encontraba el sagrado lugar, hoy usurpado por el Domo de la Roca, ese de la cúpula de oro en Jerusalén.

Por lo demás, se atiende a las cuestiones de pureza e impureza al respecto de las mujeres que están menstruando o lo han hecho, así como para los que permanecen bajo el mismo techo que cadáveres, o para pasar cercano a las tumbas. En particular, es de relevancia, incluso actualmente, para los descendientes de Aarón haCohén.

Nuestra parashá continúa hablando de los cohanim (injustamente traducidos como sacerdotes) que en su papel de funcionarios en el santuario debían prestar mayor atención que todos a las leyes de pureza y al sumo sacerdote que debido a su importante papel requería un cuidado especial en estas leyes.

Más adelante, en la parashá se mencionan los días santos de Israel y se detallan las mitzvot correspondientes a cada festividad: Shabat, Pesaj, la observancia del Omer y la cuenta del Omer, Rosh haShaná y Iom Kippur, y finalmente la festividad de Sucot.
Encontramos que la llama  perpetua en el Templo, así como los panes de la proposición que se colocaban regularmente en el Templo, también se mencionan en la parashá.

Termina la parashá con una historia sobre dos personas que durante una pelea entre ellos, uno de ellos mencionó el nombre de Dios cuando maldijo. Fue llevado ante Moisés, y de acuerdo con el mandato de Dios, el hombre que maldecía fue sacado del campamento y apedreado.



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