El conflicto es una parte inseparable de la vida en este mundo.
Somos seres de conflicto, lo cual puede llevar a varias consecuencias desagradables y dañinas.
Por eso resulta importante no olvidar este dato, no negar la realidad del conflicto que es parte sustancial de lo que estamos siendo en cuanto seres encarnados en este mundo.
Así mismo, es de sumo valor aprender a convertir el conflicto en entendimiento.
Entiéndase bien: entendimiento, que no es lo mismo que aceptación sumisa y pasiva de las cosas.
Ahora bien ¿qué se necesita para trascender auténticamente el conflicto?
Como primer elemento sin duda que debemos tener el deseo de transformarlo.
Si no conectamos con ese deseo, que proviene de lo más alto de nuestra personalidad espiritual, entonces difícilmente nos abocaremos en ninguna tarea de manera auténtica.
Así pues, conocer la existencia constante del conflicto y desear convertirlo en entendimiento.
Como segundo elemento, también supra-racional encontramos la voluntad, en este caso de estar abierto a recibir lo que está sucediendo y no estar fijo o apegado a su posición.
Es decir, evitar el control del EGO que nos posiciona como los que debemos dominar, no ser o parecer impotentes, tener la última palabra, ser los que tenemos la razón.
Cuando trabajamos la voluntad para la apertura, para no apegarnos a nuestro Sistema de Creencias, a no pretender ser los que dominan, entonces estamos en proceso de entendimiento.
Luego es necesario permanecer centrado y conectado. Esto significa enfocar nuestra mente en lo que «el oponente» está proponiendo, presentando, activando y no escapar a esto. Visualizarlo, contemplarlo, recibirlo, pero no asumir el impacto.
No doblegarnos ante su energía, sino recibirla estando enfocados y centrados en nosotros mismos.
No para responder, no para prevalecer, no para conseguir la victoria, sino para compenetrarnos realmente en lo que el otro está ofreciendo, y de esa forma poder extraer la energía además del contenido y enriquecernos con ello.
Pongamos por ejemplo una discusión. Si estamos cerrados a nuestra posición, empeñados en tener razón, sordos a lo que el otro ofrece, entonces estaremos malgastando nuestra energía agrediendo, repeliendo, insultado, ofendiéndonos y un montón de otras conductas poco eficientes. Si alguno de los dos debatientes cede, será con un sentimiento de pérdida, viéndose consciente o inconscientemente como rechazados, abrumados, abatidos y probablemente con ánimo para la venganza o el rencor.
Pero, si el otro expone su parte, la atendemos realmente, con apertura de mente y corazón, no husmeando para debatir sino para comprender y asimilar, entonces el otro no tiene motivo para quejarse ni sentirse humillado y lastimado.
Luego de recibir y analizar el contenido, y de hacernos con la energía, que lo acompaña, en tanto permanecemos centrados y conectados estaremos en posición de tomar una posición favorable.
Es por ello importante permanecer en estado de flujo, no apegados ni encerrados, sino abrazando y usando la energía dada.
Nos movemos en dirección de la energía recibida, como hacen los maestros del Aikido, permitiendo que sea el oponente quien se derribe a sí mismo.
No queremos vencer, pero tampoco ser derrotados.
Queremos entender y salir ganando del conflicto, sin que por eso el otro salga perdiendo de manera agresiva.
Es llegado el momento para redirigir la energía en la relación hacia la armonía y una conciencia de elección.
Por lo cual, elegimos la respuesta, aquella que provea una resolución pacífica, en la medida de lo posible.
Por supuesto, que si el otro no está en nuestra sintonía, sino que labora desde el EGO, entonces podrá reaccionar de manera dramática, combativa, erosiva. Lo nuestro está hecho, no podemos decidir por el otro ni hacer lo que el otro tiene que hacer.
Si hemos llegado aquí, habremos entendido la posición del otro, lo hemos dejado expresarse, mostrarse, sin que se sintiera juzgado, rechazado o negado. Pudimos tomar contacto con su mente y corazón, para luego analizar desde una posición de comprensión y compasión, no desde el EGO sino orientados por la NESHAMÁ.
Nosotros hemos vencido, aunque no hayamos tenido la razón; o en caso de que sí, aunque el otro siga en su postura negadora y que no aviene al entendimiento.
Repito, su reacción no está en nuestro control, no podemos hacernos cargo de sus conductas ni sentimientos.
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