Iba el hombre caminando por la playa en la noche de luna llena atormentado por sus deseos y mordido por sus culpas.
Estaba atrapado en una continua queja, que podemos resumir como “si yo tuviera”.
Porque en eso iban y venían sus ideas, si tuviera un auto nuevo, si tuviera una casa más grande y en un mejor barrio, si tuviera un sueldo mejor, si tuviera una esposa que fuera tan bella como la del vecino, si tuviera padres ricos, si tuviera hijos más comprensivos y hábiles para hacer dinero, si tuviera… todo eso que soñaba con tener era lo que le prometía que se sentiría feliz, pleno, valioso.
Pero como no tenía nada de eso que pensaba le faltaba, solamente seguía sufriendo masticando sus “si yo tuviera”.
En eso se tropezó una bolsita, a la que hubiera pateado sin más, pero quiso la curiosidad que la abriera y descubriera en ella piedritas.
Entonces se le ocurrió una idea mágica: Cada piedra sería algo que sentía le estaba faltando, impidiéndole así la plenitud. Por ello, tirando lejos la piedra, haciendo que se ahogara en el mar, estaría diciéndole al universo que eliminara las penurias de su vida, para darle paso a todo aquello que ansiaba tener.
Esta piedra sería mi pareja actual, que desaparezca y tenga otra, una como me merezco.
Esta otra sería mi trabajo, que me asciendan, o mejor que me consiga uno más importante.
Esta sería…
No parecía mal un poco de ritual supersticioso, que tal vez provocará algún resultado sobrenatural.
Nunca se sabe y en verdad no tenía nada para perder.
Entonces siguió caminando por la playa y cada uno o dos pasos, por cada “si yo tuviera” arrojaba a los abismos del mar una piedrita.
Veía entre las penumbras de la luna llena saltar unos picos de agua e imaginaba a la piedra hundiéndose llevando con ella su pedido de una vida mejor.
Al terminar su paseo la bolsa ya estaba vacía y estuvo a punto de tirarla cuando algo le llamó la atención, era la inscripción que no había notado antes a un lado de la misma.
”Joyería Estilo”.
¡Eran de una joyería!
Pero… ¿qué eran esas piedras que él había estado lanzando a la nada?
¿Acaso eran piedras preciosas que podrían resolverle algunos de sus dramas, al menos los relacionados con el estatus y su economía?
¿Sería posible que había estado desperdiciando los tremendos tesoros que de alguna manera misteriosa le habían sido regalados?
Su enojo y turbación eran tan grandes que ni siquiera paró a pensar que eso mismo era, quizás, lo que estaba haciendo con el resto de su vida, desperdiciada por ser despreciada e ignorada…
Estaba tirando hacia el olvido una vida llena de bondades para amargarse por todo lo que sentía le faltaba, y al final se quedaba con menos que antes.
Recuerda que en nuestra parashá se nos afirma y requiere:
«Serás íntegro para con el Eterno tu Elohim.»
(Devarim/Deuteronomio 18:13)
Que buen relato. Gracias Morè