Esta semana corresponde leer la parashá llamada Behaalotejá ("Cuando asciendas") que es la tercera del cuarto tomo de la Torá, el sefer Bemidbar, conocido en español como "Números".
La mente humana es sorprendente.
A veces se presenta con una extraordinaria lucidez y maestría, elevándose hasta cumbres insospechadamente altas.
Y en otras oportunidades actúa como movida por oscuras pasiones o torpes motivos, quedando anclada en aquello que es vacío y sin vida.
A veces recuerda detalles de acontecimientos muy antiguos, o de datos que parecieran triviales.
Y en otras oportunidades olvida lo que es trascendental, o deja pasar lo que está próximo.
Sin dudas que la mente humana es sorprendente, tanto por lo bueno que puede alcanzar, como por lo negativo con lo que se deja llenar.
En nuestra parashá se brindan pautas para ejercitar la mente con la intención de convertirla en una poderosa herramienta al servicio de lo que es bueno.
Estudiemos una de estas fórmulas, la que está vinculada con "la memoria activa".
Está escrito en nuestra parashá: "El Eterno habló a Moshé [Moisés] en el desierto de Sinaí, en el mes primero del segundo año de su salida de la tierra de Egipto, diciendo: ‘Los Hijos de Israel celebrarán la Pascua a su debido tiempo. El día 14 de este mes, al atardecer, la celebraréis a su debido tiempo. La celebraréis conforme a todos sus estatutos y conforme a todos sus decretos…’" (Bemidbar / Números 9:3).
Y preguntan nuestros Sabios: ¿Acaso no fue ya ordenado esto anteriormente (en Vaikrá / Levítico capítulo 5)? ¿Acaso no sabemos que la Torá no reitera conceptos innecesariamente, ni tiene nada que sea arbitrario o superfluo? ¿Por qué, entonces, se repite la misma ordenanza que fuera dada pocos meses antes?
A lo que responde el Midrash (Sifri Bemidbar piská 66): "Cada vez que estaba por arribar el tiempo de festejar alguna de las festividades ordenadas por Dios, se les recordaba a los hebreos sus preceptos y reglamentos, para que estuvieran en condiciones de preguntar, estudiar, prepararse y conducirse como era debido" (traducción libre de nuestra autoría).
¿Por qué era necesario esto? ¿No es suficiente con que haya sido enseñado y aprendido una vez? ¿No alcanza con que esté escrito en la Torá? ¿Por qué es necesario esto de re-estudiar lo que en alguna ocasión se ha estudiado? ¿Por qué repasar las lecciones antiguas?
La respuesta es bastante simple: porque la mente humana es floja al momento de recordar.
Hasta la persona más inteligente, más brillante, más genial olvida.
Tal como lo expresa sabiamente la Hagadá de Pesaj: "Y aunque todos nosotros fuéramos sabios, inteligentes, eruditos y conocedores de la Torá, tenemos la obligación de relatar sobre la salida de Egipto." ¿Por qué? Para no olvidar. Y quizás, para aprender algo nuevo de lo que no nos habíamos percatado anteriormente.
Así pues, como establece la halajá -normativa judía-, un mes antes de cada jag -festividad- es menester repasar sus leyes, costumbres y detalles; aunque consideremos que las tenemos bien sabidas y que no es necesario… pues, la regla dice que: ¡es necesario!
Y esto es lo aconsejado para todos los aspectos relevantes de la vida: estudiar y repasar, practicar y repasar.
Pues, lo aprendido no es una posesión guardada en una caja fuerte, sino una valiosa inversión que hay que cuidar y renovar constantemente.
Tal como Hilel solía decir: "El que no aumenta su conocimiento, lo empobrece" (Avot 1:13).
Muchos siglos más tarde en la Ciencia (S. Carnot en 1824) se ennunció la segunda Ley de la Termodinámica, conocida como "Principio de Entropía" que a grandes rasgos dice: "El universo tiende al desorden y la pérdida de información". Solamente una gran inversión de energía es lo que se contrapone al inevitable caos y dispersión. Lo que nos devuelve al comienzo de nuestra parashá, cuando leemos: "‘Cuando asciendas las lámparas, las siete lámparas deberán alumbrar hacia la parte delantera del candelabro.’" (Bemidbar / Números 8:2). ¿Queremos que las lámparas estén encendidas? ¿Queremos luz? ¿Queremos una memoria que nos colme de sabiduría y bendiciones? Entonces… ¡hay que esmerarse a diario para encender las lámparas! Hay que trabajar para ahuyentar la oscuridad del olvido y la tristeza, hay que esforzarse sin pausa para que reine la luz de la bondad.
¡Les deseo Shabbat Shalom!
Moré Yehuda Ribco
Relato
La esposa de un poderoso acaudalado encargó un caro traje de su modisto.
La prenda resultó poco agradable para usar, por lo que el modisto fue despedido y la rica mujer hizo circular rumores de su pésima habilidad profesional.
Esto ocasionaría terribles perjuicios al modisto, quien dependía completamente de la complacencia de su clientela.
Desesperado el que fuera modisto de los ricos y famosos fue a consultar al Rebbe de Kobrynm, para que le indicara alguna solución.
El sabio maestro le dijo: ‘Vuelve a lo de la mujer y ofrécele rehacer el traje sin costo alguno. Luego ve a tu taller, descose todas sus partes y vuelve a armarlo tal y como estaba’.
El modisto siguió el consejo del rabino.
Con esmero, cuidado y modestia rearmó el vestido que había improvisado anteriormente cuando estaba movido por su orgullosa autosuficiencia.
Ahora el resultado fue primoroso, perfecto.
Esta es una historia que al Rebbe de Kobryn agradaba contar…
(Adaptado de los relatos jasídicos de Martin Buber)
Preguntas para meditar y profundizar:
-
¿Cómo se puede relacionar este relato con el comentario que brindamos de la parashá?
-
¿Por qué el Rebbe del relato aconsejó que rehiciera exactamente el mismo vestido? ¿Qué cambiaría entre el primer y el segundo vestido presentados?
-
En nuestra parashá está testimoniado: "Y el hombre Moshé [Moisés] era muy humilde, más que cualquiera de los hombres sobre la faz de la tierra." (Bemidbar / Números 12:3).
¿Cómo explicar que el único hijo de mujer que alcanzó una proximidad insuperable con Dios, también sea considerado el más humilde de todos los humanos?
¿Qué tiene que ver la sabiduría y la memoria activa con la humildad? -
¿Qué está queriendo decir Salomón con la frase: "Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; pero con los humildes está la sabiduría." (Mishlei / Proverbios 11:2)?