Vuelve el amargo recuerdo y te malogra el presente.
¿Hiciste lo necesario para completar el proceso de TESHUVÁ?
Hablar del problema, sinceramente, conscientemente, buscando acomodar las piezas en su lugar, puede ayudar.
Si lo haces con una persona receptiva, atenta, comunicativa, seguramente te dé un gran apoyo; aunque nada te aconseje, aunque no te proponga ninguna solución mágica, sino simplemente por escucharte auténticamente.
Pero eso no es todo, solo una parte y que pudiera llegar a ser contraproducente si se convierte en un hábito, o al menos en un tópico habitual.
Ten presente que si no te despegas de imágenes negativas, tu mente se sincroniza a ellas. Si además de visualizarlas en la imaginación las expresas, estás ahondando el pozo que drena tu energía vital.
Por tanto, empeoras en lugar de crecer. ¡Cuánto peor si tu oyente además es un reverberador de mala onda, uno que magnifica con su lupa distorsionada y terrible!
Así pues, mucho cuidado con lo que dices, porque lo que pudiera ser terapéutico podría convertirse en iatrogénico.
Sé precavido para que tu “espacio terapéutico” no se transforme en un fango que te retiene en una zonita de confort, en tu celdita mental.
Porque el eco de la lástima y quejas no fortalecen ni impulsan a la buena vida.
Por otra parte, hacer de cuenta que el recuerdo no existe y abarrotarte de palabrería seudo positiva, de milagrosas curas palabreras, de lemas místicos, de cháchara alegrona, probablemente tape con un decorado brillante la tremenda angustia que te consume y desgasta.
Es bueno rodearse de gente positiva, que habla de manera realista-optimista, que impregna de saludable confianza, que alegra vivamente la existencia. Pero no confundir eso con huir de los inconvenientes para no esforzarse en resolverlos.
¿Está claro?
Más allá de hablar, toma conciencia de que mientras no hagas tu parte posible de TESHUVÁ, algo quedará ardiendo y listo a consumir tus energías.
Por tanto, si el mal recuerdo es de una acción negativa tuya, ya tienes a mano una respuesta: TESHUVÁ, lo más completa posible.
¿Y si el recuerdo oscuro es por algo que te provocaron, que sufriste, de lo que fuiste real víctima?
Porque sin dudas esa memoria estresante está agazapada por allí, provocándote a impotencia, a encierro en tu celdita mental que percibes como si fuera un refugio.
Lo que mencionamos unos párrafos antes también es válido en esta situación.
No debes esconderte de tu dolor, sino admitirlo. Admitir tu impotencia de aquella ocasión lastimosa. Admitir que te ha provocado un daño que mantiene una herida que cada tanto arde y te amarga con su feo recuerdo. Admite.
Pero, no eres ese recuerdo.
Por más terrible y traumático que haya sido el evento, o los eventos, tú eres mucho más que eso.
Además, puedes descubrir motivos, causas, cadenas de acontecimientos, etc. que llevaron a eso.
Dar luz allí donde hay oscuridad.
Poner orden, en donde hay revoltijo.
Sufrir, por última vez; al cerrar la herida, cauterizarla.
Perdonar, cuando ello sea posible.
No aferrarse a excusas ni disculpar lo que debe ser corregido.
Lo que no ha de retenerse, deberá fluir, escurrir, irse.
Eventualmente, alguna vez podrías llegar a narrar esa historia oscura con tonos luminosos, sin engañarte, sin huir de la realidad, pero sí con la convicción de que manteniendo un recuerdo angustiante con vida no te dará a ti vida, sino que te la absorberá y drenará tus energías. Que lo nefasto te impulse a alzar vuelo, a elevarte, para que encuentres aquí y ahora un reservorio de vitalidad y felicidad.
De cierta forma, es un camino de TESHUVÁ, porque retornas a un punto en el cual no hay herida, donde estás ileso.
No estás negando la realidad, ni esperando que una goma de borrar mágica elimine tus recuerdos.
Estás usando el mal verdadero para llenarlo de luz auténtica.
Y, si hay algo para hacer, como por ejemplo la intervención de la justicia; pues, habrá que hacerlo.
El pasado no desaparece, pero queda solamente como un dato archivado para uso mental; ya no es una llaga sangrante que reclama atención de manera dolorosa.
Y eventualmente, el recuerdo ya no brota, reposa en calma en su cajón en el archivero de la mente.
Tú puedes elegir, o puedes seguir sometido al caos del EGO.
Te aconsejo elijas ordenar tu existencia a la LUZ de la NESHAMÁ.