Como respuesta o ampliación a mi artículo “Tu sentimiento de culpa“, el querido amigo y socio Uriel comentó hace un rato lo siguiente:
Moré , creo que hay relaciones enfermizas que no se deben romper , mas si ser tolerante , habría que ver el caso. Por ejemplo conozco un caso de una madre que manipula a su hijo , esta Sra. estuvo en una clínica de reposo y romper la relación hijo vs madre , llevaría a esta Sra. al suicidio. Gracias.
Mi respuesta es la siguiente:
Uriel, no sé.
Humildemente considero que cada situación debe ser evaluada en sí misma, a cada una de las personas, la relación entre ellas, el contexto en el cual se desarrolla, y proyectar hacia donde está conduciendo. Recordemos que lo que plantamos hoy será cosechado mañana, y lo que parece buena semilla puede terminar resultando en una hidra venenosa, no solo para quien la siembra, sino para el entorno, la familia, los vecinos, la sociedad, el ecosistema.
A veces la extrema indulgencia puede derivar en resultados catastróficos, al igual que la extrema severidad.
Personas criadas en base al rigor fanático, suelen ser personas que demandan rigurosamente, critican amargamente, corroen con su insensibilidad. Quieren la perfección, que es lo que ellos estipulan como tal, y no son capaces de negociar o ceder. Es su palabra o la destrucción. Por supuesto que gente así no es muy agradable de tener como pareja, como padre, como jefe, como subordinado.
O son tan dóciles, tan faltos de ejercicio de su auténtico poder, que obstaculizan los procesos de construcción de shalom.
En el otro extremo de la línea, están las personas criadas con suma condescendencia, los niños “malcriados” o “mal enseñados”, también suelen ser adultos demandantes, que se angustian ante la menor contrariedad, que no soportan el fracaso, que exigen resultados imposibles y fantásticos o se derrumban emocionalmente. Son niños ansiosos y totalmente dependientes en cuerpos de grandes. O son, tan insensibles a las necesidades de los otros, que lastiman, provocan, agreden por estar incapacitados para reconocer la “otredad” del otro. Creen que todos debe estar a su servicio.
Supongo que en su vida ha encontrado ejemplares de una y otra manera de estar en el mundo y ha podido ver los efectos devastadores en las vidas propias y ajenas.
Y ambos tipos son esclavos del EGO.
Manipulan, violentan, pretenden someter al otro a la impotencia.
Actúan con mayor o menor grado de disimulo.
Con percepción o no de la motivación inconsciente en sus acciones depredadoras
Con más o menos astucia y trampas y mañas.
Serán más evidentes o no sus mentiras, agresiones, teatralización.
Pero siempre usarán las herramientas del EGO para alcanzar sus deseos (que son producto del EGO).
En verdad, no tenemos control sobre los resultados de nuestras acciones, tampoco mucho sobre el contexto, casi nada sobre las otras personas, pero al menos intentemos dominar lo que está a nuestro alcance para provocar cambios favorables en nosotros que lleven a un cambio positivo en el entorno.
Eso que podemos hacer para construir shalom, lo poquito que podamos, saludablemente, sin imposiciones, sin “guerras santas”, sin revoluciones sangrientas, sino como corresponde a los constructores de shalom. Desde dentro hacia fuera, con respeto, con bondad, con justicia, con lealtad.
Por el camino del constructor de Shalom, que es el que deja de lado al EGO y sus herramientas, o al menos trata de hacerlo con la mayor firmeza que le es posible.
Porque ahí está la clave del éxito, de la felicidad, del shalom, el ir quitando poder al EGO.
Tengamos presente que las reglas generales son necesarias e imprescindibles, a la hora de llevarlas a la práctica es necesario adecuarse. Algo así como la “tolerancia” que usted menciona en su comentario.
No podemos ir de forma rígida, inflexible, severa por la vida.
Tampoco podemos desconocer las reglas generales y básicas.
Y tampoco podemos permitir que aquello que no puede ser negociado, se negocie.
Porque, hay límites que no deben ser traspasados, ni tampoco corridos.
En cada caso en particular no está en nosotros, observadores externos, gente que mira de fuera, decidir sobre las acciones ni las actitudes, sino en los que están implicados en la situación.
Sin embargo, cuando tenemos alguna participación, como consejero al que se le solicita intervención; terapeuta; guía espiritual; o similar, está en nosotros procurar que las personas envueltas puedan acceder al reconocimiento de lo que están padeciendo, a las fuerzas e impotencias a las que están siendo sometidos.
No es callando, y de esa forma siendo de cierta forma cómplices, como aportamos a mejorar la vida de nuestro prójimo, ni a la nuestra, ni a la del ecosistema. Tampoco irrumpiendo sin respeto y sin autoridad allí en donde no tenemos cabida. Tampoco manipulando para “liberar” al que está siendo manipulado, ni oponiéndonos agresivamente al manipulador.
Sino señalando aquello que está aconteciendo, alumbrando donde hay oscuridad, haciendo explícito lo implícito, poniendo en palabras lo que se está silenciando, espantando a los fantasmas del miedo, dando ánimos para que la persona camine por sí misma, apoyando. Es mucho y variado lo que podemos hacer de nuestra parte, aunque sea muy escaso en realidad el margen de nuestro accionar. Tan poquito lo que podemos hacer en la práctica, pero mucho en acompañar a los que tienen que romper lazos tóxicos, quebrar yugos, dejar de apoyarse en bastones corruptos, fortalecer a los que se creen y sienten impotentes porque no saben que tan poderosos son en realidad.
Sí, hay cosas que podemos, y debemos hacer. Desde el respeto, como constructores de shalom. Siempre procurando construir shalom.
En este caso en particular que usted comenta, es el hijo quien debe conocer qué está ocurriendo, reconocer lo que siente, darse cuenta de los procesos involucrados, percibir como ha sido conducido hasta donde se encuentra, aprender que tiene opciones, vislumbrar el abanico de posibilidades que se abre ante él, para así poder llegar a una decisión auténtica, real, responsable.
Porque si sigue atado a la relación enfermiza, negando lo que sucede, reprimiendo sus sentimientos, haciendo de cuenta que todo es “normal”, queriendo “matar” a su madre pero temiendo las consecuencias, a punto de estallar y sostenido por sicofármacos o alguna otra droga, manteniéndose en un estado de sufrimiento y sometimiento, peleando con su esposa si es que la tiene, o cosas terribles similares, simplemente para que la madre no haga esto o aquello, realmente no está haciendo lo que pudiera hacer.
Está siendo esclavo y no libre.
Está negando su santidad y su vida.
Tampoco le está haciendo gran favor a su madre, ni al resto de su familia, si es que la tiene.
Claro, no soy yo el que decide, ni debo hacerlo; pero si el muchacho me pidiera mi ayuda profesional, no dudaría en ayudarlo a reconocer lo que está ocurriendo, que se vea en la malla en que está envuelto.
Realmente, ¿hay relaciones familiares enfermizas que no se deben romper?
No lo sé, tampoco lo puedo decidir yo, a no ser que esté implicado en ella y haya tomado consciencia del papel que estoy actuando, de cómo reacciono automáticamente de acuerdo al entrenamiento que me han dado, a lo que me estoy perdiendo por seguir siendo esclavo e ignorante. Sí, si estuviera en esa relación tendría mucho que aprender de mí mismo, de lo que estoy padeciendo y de las posibilidades que tengo, para entonces yo decidir si quiero seguir en eso o hacer cambios valiosos en mi vida.
Que el hijo tome consciencia de lo que pasa, en la medida de lo posible, porque algunos están tan embotados, tan negados, tan sumidos en la ceguera, tan llenos de fe, tan enfermos que no pueden, no quieren despertar.
Si puede y si decide seguir en esa relación enfermiza, de forma consciente, entonces es SU decisión, y no es efecto de la manipulación por parte de la madre.
Podremos estar de acuerdo o no, pensar que está loco o enfermo por seguir atado y esclavo, pero habrá sido su decisión, y eso será lo que importe.
Siempre y cuando sea decisión y no mera ficción, más trabajo del EGO.
Pensemos un poco, si la madre amenaza con suicidarse en caso de que el hijo rompe la relación, se libere de la atadura enfermiza, entonces, ¿no es esto otra forma de manipular?
¡Por supuesto que sí!
La gente hace cosas muy, muy, muy enfermas para mantenerse en esa apariencia de poder que brinda la manipulación.
Realmente, muy enfermas.
Y, es nuestro deber comprender, que no somos responsables, ni debemos sentirnos culpables, de lo que el manipulador haga con su vida con tal de tenernos atrapados en su letal red.
Repito, ayudemos al hijo a tomar consciencia y que decida desde el AMOR y no a través del EGO.
Ayudemos a la madre a que tome poder y no que siga en apariencia de poder.
Construyamos shalom.
Sería bueno educar más y mejor en noajismo para que estas cosas no sucedan.
Noajismo provee de siete conexiones esenciales con uno mismo, con el prójimo, con el ecosistema, con Dios.
Con el noajismo se reviste la persona de verdadero poder, se unifica, se conecta, crece, madura, cumple su sagrada misión de construir shalom.
A más noajismo, del puro, del auténtico, menos EGO.
Esa es la verdad, y por ello la insistencia en esta temática.
Gracias por el comentario Uriel, que me dio oportunidad para esta aclaración y nos da más material para estudiar, comprender, ayudar, crecer, sanar, construir shalom.
cual es la relacion de este post con la parasha vaigash, de esta semana?
y cual con januca, q recien terminamos de celebrar?