«Y comenzaron a desacreditar la tierra que habían explorado, diciendo ante los Hijos de Israel: –La tierra que fuimos a explorar es tierra que traga a sus habitantes.»
(Bemidbar/Números 13:32)
Según la Tradición Dios hizo que grandes líderes de los habitantes de la tierra de Canaán fallecieran mientras los doce exploradores hebreos estaban allá.
Según dicen hubo varios motivos para esto, por ejemplo, que la gente estuviera impactada por los hechos lamentables y no prestaran atención a estos extraños extranjeros que parecían espiar los asuntos del lugar.
Otro, que los hebreos pudieran comprobar que la victoria para ellos sería rápida y sencilla, contando con la ayuda de Arriba para demoler hasta a los enemigos más valientes y porfiados.
Parecen buenas cosas, ¿no? Al menos para los israelitas así es.
Sin embargo, diez de los doce exploradores no interpretaron de acuerdo a la mirada Divina, sino desde la perspectiva de sus EGOs.
Por lo cual, lo que informaron a sus hermanos es que la tierra a la que se dirigían era mala, que de alguna manera misteriosa mataba a la gente y que ni siquiera los tipos poderosos tenían como escapar de esa maldita matanza.
¿Cómo habrían de hacer ellos para vencer allí en donde gente más fuerte y experta habían fracasado?
Por tanto, la conclusión a la que llegaron era la que les dictaba sus EGOs: mejor morir en el desierto a siquiera probar de entrar a la tierra que Dios les había prometido recibirían.
¿A que no adivinas/recuerdas qué pasó luego?