En esta sección de la Torá estamos encontrando una referencia muy importante a las ropas que usarían los cohanim, sacerdotes, para ejercer sus funciones en el Templo.
Estas vestimentas eran algo más que útiles para ocultar sus partes íntimas o de abrigo, pues también servían como símbolos de distinción y honor.
Recordemos que nosotros somos NESHAMÁ, espíritu, y el cuerpo es nuestra primera vestimenta en este mundo. Una muy importante y que nos identifica, para nada despreciable, más bien debemos cuidarla y valorarla correctamente.
Los cuidados del cuerpo son una obligación sagrada, tal como el propio Maimónides codificara.
Pero también tenemos otras vestimentas que canalizan y representan a nuestro espíritu, a saber: el pensamiento, la palabra y la acción.
Hacer que todas estas vestiduras nos distingan y nos honren es una tarea de origen divino.
Conectamos lo eterno con lo pasajero, lo trascendente con lo casual, Dios con Su creación.
O… lo contrario, depende de nuestra conducta.
Actuemos de la manera apropiada para llevar una vida de armonía construyendo SHALOM.
Que nuestras ropas nos reflejen en toda nuestra magnitud de origen divino.