Somos Yo Esencial, también llamado NESHAMÁ o espíritu.
Recubriéndolo se encuentra el Yo Auténtico, que es lo que hemos adquirido por herencia genética de nuestros padres más las expresiones materiales que reflejan con la mayor fidelidad posible nuestra esencia.
Una capa extra es la que se suma con las reacciones automáticas propias de las funciones corporales, las cuales van marcando también sus huellas en la memoria (consciente o inconsciente).
Encima de esto está el Yo Vivido, armado a través de las reacciones naturales e instintivas primarias a las que se suman las estructuras que se van formando con la repetición de conductas, es decir los hábitos. Entrelazados a este Yo se encuentran los aspectos que nos son introducidos vía mandatos sociales, órdenes culturales, coerciones sociales y por si fuera poco, se agregan además los productos derivados de la actividad inconsciente individual.
Todavía más externamente los antifaces y conductas evasivas/agresivas que adrede incorporamos para intentar encubrirnos y protegernos.
Y aún más exteriormente, las conductas que actuamos para conformar los valores del colectivo, haciendo voluntariamente aquello que es esperado por los demás.
Pero no está organizado ni estructurado metódicamente, es decir, no se parece a una cebolla a la cual podemos ir descubriendo capa tras capa. Más bien podemos representarlo como una masa de torta, con los ingredientes mezclados y que resultan difícil de separar para su individualización y análisis.
Sí que la tenemos difícil si queremos identificar con precisión y claridad a eso que señalamos cuando decimos “yo”.
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