Resp. 3569 – El hallazgo

Shalom,
«¡Bendito el que viene en el nombre del Eterno!» (Tehilim / Salmos 118:26).
Bienvenido y gracias por enviarnos su interesante misiva.

Para que la vida en pareja dé plenitud a ambos miembros y a la familia que probablemente se edificará, se debe trabajar de manera constante, diaria, sin pausas, sin licencias.
No hay revelaciones místicas, ni rayos de iluminación, ni sentimientos esclarecedores.
N hay arrebatos de pasión, ni elixires de arrebato, ni señales cósmicas.
La plenitud en la relación de pareja es obra del trabajo de ambos, del remar hacia el mismo puerto cada uno desde su lugar en la nave llamada pareja.
No hay otro misterio ni secreto.

Ahora, ¿cómo saber que la mujer que le gusta es la indicada para formar una pareja de edificación y bendición?
Nuevamente, no hay claves ocultas ni atajos.
Lo que se debe hacer es tomar compromisos y responsabilidades, evaluar 90% con el pensamiento y el resto con el corazón, y principalmente mantenerse en todo momento bajo la orientación de la Torá.
Observe con detenimiento la familia de la joven, especialmente a sus hermanos. Sea honesto y sincero a la hora de contestarse a esta pregunta: ¿estaré satisfecho y radiante si mis hijos con esta mujer se comportan como los hermanos de ella? Si usted percibe que la familia de ella no colma sus expectativas, entonces quizás es la señal de alerta de que debiera buscar en otro lugar a su «media naranja».
Sea medido, considerado, escúchela en vez de hablar, actúe generosamente para beneficiarla, no permita que el advenedizo enamoramiento lo confunda, porque se juega algo muy importante, no meramente un hecho casual.
Ni el sentimiento de enamoramiento, ni el temor, ni las ideas preconcebidas deben estar en su cálculo a la hora de considerar la viabilidad de la relación con esta mujer.

Usted es como un buscador de un tesoro que alguna vez perdió, de una preciosa perla que es hermosa y codiciable.
Si busca en los lugares incorrectos, allí en donde no se encuentran las perlas, obviamente que no tendrá éxito.
Si se retrasa en su pequisa, algún otro explorador podría tropezar con su tesoro y quedárselo.
Si desprecia su perla, porque cree que no vale lo suficiente, entonces no ha hallado un tesoro, sino conflictos.
Y si se confunde porque llama «tesoro» a un pedazo de plástico o vidrio colorido, entonces es que no ha aprendido a valorar correctamente.
De usted depende, es usted el que debe buscar y el que desde Arriba le favorecen para que encuentre la ayuda idónea.
Atrévase, confíe en Dios y comprométase con la vida.

Hasta aquí algunos breves pero profundos consejos que espero sepa aplicar.

Si le quedan dudas pertinentes, hágalas llegar.

Iebarejejá H’ – Dios te bendiga, y que sepamos construir Shalom.

Moré Yehuda Ribco