Te mando ser bendito

El alimento para nuestra dimensión espiritual es el cumplimiento de los mandamientos que nos corresponden, de acuerdo a nuestra identidad espiritual.
Si somos judíos, aquellos de los 613 que se encuentran en la Torá.
Si somos gentiles, tenemos que cumplir los siete mandamientos que Dios ha dictado para ser la Torá de las naciones, el sagrado código noájico.

En una síntesis: construir shalom en todo momento, por medio de acciones de bondad Y justicia; siendo leales al Eterno.

Pero, cuando profundizamos en el estudio, pareciera que nos topamos con una dificultad.
Porque acabamos de señalar que el cumplimiento de los mandamientos que nos corresponden nutren el plano espiritual; pero en más de una ocasión mencionamos que la NESHAMÁ (espíritu) proviene directamente del Eterno, no se modifica, no cambia, no se corrompe, no crece, es la identidad verdadera que somos aquí y en la Eternidad.
¿Entonces?
¿Sirve el cumplimiento de mandamientos para nutrir, o no sirve?

La respuesta es realmente sencilla y clara.
La NESHAMÁ no sufre ninguna variación, ni pecados ni méritos la modifican; sigue siendo esa esencia pura y divina más allá de nuestras acciones y omisiones. Por ello es el Yo Esencial.
El recuerdo de las experiencias en vida se canaliza a través de ella y queda inscripto en la “memoria universal”, lo cual será la porción que cosechará tras el pasaje por este mundo.
Aquel que sembró bondad Y justicia, que vivió en sintonía con los mandamientos que le corresponden, disfrutará del recuerdo “teórico y práctico”, en una sucesión de placer que podemos denominar “paraíso”.
Aquel que sembró lo contrario, ¿de qué podría disfrutar entonces?
Cuanto mayor es nuestra dedicación a llevar una vida comprometida con la construcción de Shalom, mayor será el beneficio. Probablemente aquí también, pero seguramente que allá.

Digo que seguramente allá, porque el Eterno es el juez perfecto, que se abstiene de prejuicios, no se guía por codicia u otros deseos, ni acepta sobornos. La justa porción es la que obtenemos. Entonces, lo que trabajamos aquí en la construcción de Shalom, será lo que recibiremos allí como frutos sin por ello perder nada.
Por supuesto que además de Juez, también es un Padre lleno de amor y misericordia; por lo cual, de acuerdo a Su Voluntad Él concede paz incluso cuando los méritos propios no lo acreditasen.
Dependiendo de Su Sabiduría será el resultado final.

Pero, también tenemos –probablemente- beneficios en este mundo a causa de nuestra conducta constructora de shalom.
Éstos ya no son tan seguros, porque en este mundo las personas contamos con libre albedrío, lo cual significa que cualquiera puede decidir tomar el mal camino y con ello perjudicarse pero también perjudicar a inocentes, quizás tú caigas en sus tramoyas y en lugar de obtener réditos por tu bondad Y justicia, solamente recibas golpes, humillación, malestar, pobreza que obviamente NO te mereces, ni hay piruetas metafísicas que tengan derecho a justificarlas. Pero, el otro haciendo uso de su libre albedrío, te ha incluido en el mal trago, el cual debes pasar como mejor puedas.

Por supuesto, el Juez también lo toma en consideración, sea para equilibrar las cosas aquí o allá; nada queda sin su consecuencia, ni Él admite que el resultado final sea desequilibrado.

Así pues, tienes tu nutrición espiritual: ¡cumple tus mandamientos!
Los tuyos, los que Dios te ha dado, NO los de tu vecino.

Esa es tu misión, esa es tu porción, ese es tu pago.
Pero, no lo hagas como el avaro y mezquino que solamente busca su ganancia. Aunque el centro de placer en tu cerebro dispare dosis estimulantes por el logro, y está bien que así sea, no te conviertas en adicto a esa emoción, sino en leal a tu esencia espiritual.
Haz tu parte, porque es lo que te corresponde hacer, porque es tu parte y solamente tuya.
Hazlo por amor, no por codicia.
Hazlo por bondad, no por miedo.
Hazlo porque es el regalo que Dios te ha dado, y no porque es la pesada carga que te ha tocado “en suerte”.
Hazlo, porque mejoras tu vida, la vida del prójimo, la del entorno en este mundo, y eso es buenísimo, porque es parte de tu tarea en esta vida.
Hazlo, para llenar tu memoria de recuerdos geniales, de luz, de plenitud, que se convierten en tu justa y merecida porción en la eternidad.
Hazlo, porque Dios te lo ha ordenado.

Hazlo, sabiendo que obtienes retribución, pero no te quedes esperándola o reclamando por ella.
No esperes ninguna recompensa, ni que el mundo sea justo contigo o con quien tú quieres.
El mundo, no es justo.
Tampoco es bueno.
El mundo es lo que es, entre lo cual se incluye, entre otras cosas, la oscuridad, la confusión, el caos, el malestar, el EGO, la impotencia, el mal.
Por ello TÚ debes ser quien haga la diferencia, construyendo SHALOM.
Si tú lo haces, yo lo hago, todos lo hacemos, entonces el mundo sigue siendo lo que es, pero las personas ya no derrumbarán las normas ni quebrarán el equilibrio de manera voluntaria.

Hazlo, no para jugar a las escondidas con Dios, o esperar algo a cambio.
No precisas, ni debes, comerciar con Dios.
Debes construir SHALOM.

¿Alguna duda?

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