Dulce y bueno 5781

Rosh haShaná 5780 pasó hace casi ya un año.
En aquel pasado que parece tan lejano proclamamos nuestros buenos deseos, los saludos tradicionales, los ruegos al Todopoderoso, nuestros planes, las comidas típicas, los rituales que intentan atraer la buena onda celestial, los rezos, el portentoso sonido del Shofar, los lugares de encuentro, la familia, los amigos, ¡la comida! y tantas cosas más.
¿En qué quedó todo aquello? ¿Supimos reconocer lo importante al comienzo de este año?
¿Hemos cambiado nuestra perspectiva?
¿Será que las cuestiones cambian de valor dependiendo de las circunstancias?
Es que, ¿no habrá nada que sea realmente importante, inamoviblemente fundamental?
¿Qué pediremos al iniciar este nuevo año?
¿Qué haremos con las oportunidades que nos tocarán?
¿Cómo conectar todos estos pensamientos con el nombre más tradicional para Rosh haShaná, que es Iom haDin, el Día del Juicio?
En concreto, ¿cómo haremos que el din (juicio) este año sea más dulce y bueno para todos nosotros?

Creo que no daré respuestas, ni siquiera deslizaré sugerencias.
Me conformo con haber planteado estas preguntas para ir preparando un mejor año que está por iniciar.

Pero sí veré de darme respuestas, para lo cual sin dudas el estudio del Salmo 27, que es costumbre sea leído a diario en este período, me orientará y clarificará.
Entonces, comprendo que tengo que dedicarme a hacer lo que me corresponde, confiando en que nuestro Socio siempre hace lo que a Él toca. Eso es lo que nos enseña nuestra sagrada Tradición. Cada uno que ejerza su rol, que dé todo lo que puede de sí, confiando en que de esa forma el sistema funciona porque hay un Dios a cargo y siempre hace Su parte.

También, es una buena respuesta a esta situación seguir encontrando otras enseñanzas positivas para que la crisis sea oportunidad, como dicen que en chino puede ser entendida la palabra “Wei Ji” (crisis): wei = peligro y ji = oportunidad. No, no es una ironía tomar una enseñanza de la milenaria China en un caos que proviene de allá. Así pues, que en este río revuelto podamos sacar ventaja los peces, y no los pescadores.

Además pondré más atención a mis plegarias, para que tengan sentido… de hecho, estaría bueno que fuera así a todas las palabras que estoy por decir. Sea cuando me comunico con el Avinu malkenu o con el prójimo.

Como sea, no me aferraré a sentimientos de culpa por el pasado, ni tampoco a angustias por el futuro; sino a confiar en Dios y tratar de vivir plenamente este momento, sembrando aquello que espero cosecharé con alegría mañana. Con las raíces firmemente establecidas, con los ramajes extendiéndose hacia el infinito.

Por último, trataré de ver a mi prójimo, y a mí mismo, con más rajamim (misericordia, empatía), porque de Arriba nos juzgan tal como nosotros juzgamos. Si queremos un dulce veredicto, es necesario aprender a ser dulces en nuestro pensamiento, palabra y accionar.

Todo esto es lo que espero hacer en lo personal. Son MIS respuestas a los desafíos que me plantea no solo el COVID-19, sino la marejada constante de la realidad.

Con esto en la mente y el corazón, haré trabajar a mis manos para tratar de beneficiar a mi comunidad. Son tiempos de cambios, de avanzar. Porque si nos quedamos quietos, nos lleva la corriente hacia donde ella derive y no hacia dónde remamos porque nos conviene.

De mi parte, mis mejores deseos para ti y los tuyos.
Que tengamos un año bueno y dulce, que tengamos buenas noticias y aprendamos por las buenas y no más por las crisis.

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