Transcribo ahora el prefacio del editor para el “Sidur Bircat Shelomó” (2001, Editorial Jerusalem de México):
Desde tiempos inmemoriales el ser humano ha sentido la necesidad de rezar. Como el Talmud (Barajot 5a) señaló, el término mismo utilizado por la Torá para referirse al alma, néfesh, en si mismo implica la idea de rezo. El hombre es un ser que reza. Si, pero, ¿para qué?
Aunque la parte mayoritaria del rezo –la Amidá- principalmente consiste de peticiones, de hecho exprese mucho más que una mera solicitud al Creador para que El nos satisfaga nuestras necesidades. La raíz de la palabra hebrea tefilá, rezo, es pll que significa juzgar, analizar. Y el acto de rezar es expresado en la lengua sagrada como lehitpalel, que es un verbo reflexivo. Así, pues la traducción estrictamente literal de lehitpalel seria analizarse a sí mismo.
Esto no solamente implica que en el proceso de rezar el ser humano se ve obligado a examinar y analizar sus peticiones para tratar de discernir si son realmente necesarias o espiritualmente provechosas para él. En esencia significa que el vehículo más íntimo que el ser humano posee para comunicarse con su Creador ineludiblemente implica el deber de introspección y evaluación de sí mismo. ¿Por que es necesaria este introspección?
En su clásica obra de ética Msilat Iesharim, Rabi Moshe Jayim Luzzatto (Ramjal), enfatiza que el ser humano fue creado para “deleitarse en el Eterno y beneficiarse del esplendor de Su Presencia”. Dios creó al ser humano con el propósito de permitirle alcanzar su propia perfección. El medio idóneo para lograr esto es el estudio de la Torá y el cumplimiento de los preceptos (mitsvot). La Torá y los preceptos hacen que el ser humano se convierta en recipiente de la bondad divina. Dios siempre da y quiere dar; todo depende de la medida en que el ser humano desarrolle su capacidad para recibir lo que el Creador le ofrece.
El Creador desea que nos apeguemos a El y nos beneficiemos de la perfección espiritual que El nos ofrece. Y es precisamente aquí que el rezo cumple una tarea primordial: además de las otras funciones que cumple, el rezo -entendido como ejercicio de introspección y análisis personal- vuelve más perceptivos y más sensibles a los verdaderos valores de la vida. Tomar plena conciencia de cuál es el objetivo central hacia el que debe tender el ser humano nos convierte en recipientes idóneos de la bondad divina.
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Ariel Antebi
Editorial Jerusalem de México
Link recomendado para profundizar: https://serjudio.com/dnoam/avoda2.htm