La parashá Tetzavé, que significa «y tú mandarás», es la porción de la Torá que se encuentra en el libro de Éxodo (27:20-30:10) y se centra en las instrucciones detalladas dadas por Dios a Moisés respecto al servicio del Tabernáculo, especialmente en lo que se refiere a la vestimenta de los kohanim (sacerdotes) y la consagración de Aarón y sus hijos para su servicio sacerdotal. Aquí hay una breve reseña:
1. El Aceite de Oliva Puro: La parashá comienza con la orden de que los hijos de Israel traigan aceite de oliva puro para el candelabro, la famosa Menorá, que debe mantenerse encendido continuamente. Esto simboliza la necesidad de claridad y luz en la vida espiritual y comunitaria.
2. Vestimentas Sacerdotales: Se describen con detalle las vestimentas que Aarón y sus hijos debían usar, cada prenda con un significado específico, reflejando la santidad y la responsabilidad de su oficio. El pectoral, el efod, la túnica, el turbante y el cinto, entre otros, no solo eran ornamentos, sino también herramientas de servicio y conexión espiritual.
3. La Consagración de los Sacerdotes: Se establece un ritual de siete días para la consagración de los kohanim, que incluye sacrificios y ungimientos, simbolizando la separación para un propósito sagrado y la purificación de aquellos que deben dedicar su trabajo adulto para las cuestiones relativas a Dios y su vínculo con la humanidad.
La parashá Tetzavé nos enseña sobre la importancia de la luz interior y la santidad en nuestras vidas diarias. Al igual que el aceite de oliva puro debía mantener encendida la Menorá, nosotros debemos buscar mantener viva la luz de la Torá en nuestros corazones. Avivar esa llama, disfrutarla, compartirla de manera apropiada, hacer de cada instante una manifestación de Dios en el mundo.
Por su parte, las vestimentas de los cohanim nos recuerdan que, aunque la mayoría no pertenecemos a esa familia del pueblo de Israel, todos tenemos un papel sagrado en la vida y en la comunidad, y debemos vestirnos con virtudes como la humildad, la justicia y la compasión. Más allá de la ropa externa, que la mejor vestidura sean nuestras conductas.
Al tomar en cuenta estas enseñanzas de la parashá, podemos destacar para nuestra cotidianeidad:
Sé una Luz: Cada uno de nosotros tiene la capacidad de iluminar el mundo con nuestras acciones. Reflexiona sobre cómo puedes ser una luz para los demás. ¿Podrías ser más amable, más paciente, o dedicar tiempo a ayudar a aquellos que lo necesitan?
Cultiva la Santidad: No necesitas ser un sacerdote para vivir una vida santa. Busca maneras de incorporar la santidad en tu rutina diaria. Esto puede ser a través de la oración, el estudio, actos de bondad, o simplemente en la manera en que tratas a los demás. Recuerda que la verdadera santidad, esa que Dios quiere, no se encuentra en monasterios, en rituales extravagantes, en repetir palabritas sin sentido existencial, en bailecitos y otras cosas que podrían ser muy emocionantes y folclóricas, pero que realmente no se vinculan al despertar de la santidad.
Servir con Propósito: Al igual que los antiguos cohanim, piensa en cómo puedes servir a tu comunidad con un propósito más elevado. Participa en actividades comunitarias, voluntariado, o cualquier forma en que puedas contribuir al bienestar colectivo. Ellos dedicaban su vida adulta a ese servicio, en tanto eran los que enseñaban las cosas de Dios.
En resumen, la parashá Tetzavé nos invita a recordar que todos estamos llamados a brillar con nuestra luz interior, a servir con santidad y a vivir con un propósito que trascienda nuestra existencia personal. Que cada uno de nosotros, al leer estas palabras, encuentre inspiración para actuar y ser una fuente de luz y bendición en el mundo.
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